El actor político oscuro es señalado como un mero
farsante atenido al amparo de su protector por compromisos soterrados. En
México el cabildeo, el que se desarrolla honestamente y el que acude a la
persuasión por vía pecuniaria, es un fenómeno nuevo, y su edad coincide con la
de la autonomía parlamentaria. Hasta antes de 1997, cuando el PRI dominaba con
holgura ambas cámaras era innecesario convencer o comprar legisladores, porque
su intención en el proceso de confeccionar leyes o formular el presupuesto era
casi nula. En cambio a partir de esa fecha han crecido las posibilidades de que
los legisladores legislen y no lo haga solo el ejecutivo. Empresas, sus
asociaciones, grupos de interés y aun dependencias gubernamentales o gobiernos
estatales descubrieron la posibilidad de hacerse oír por los diputados y
senadores y de sacar avante o frenar disposiciones favorables a sus intereses,
o lo contrario. Los agentes de enlace legislativo como ahora se les llama, han
proliferado y ocupan espacios crecientes, que por ahora comparten con la
prensa. El cabildeo es una actividad lícita, que aporta información a los
legisladores cuando abordan situaciones concretas, como la fijación de
impuestos a bienes y servicios, o determinan exenciones o establecen reglas
para los negocios privados. Pero es tenue la línea que separa ese trabajo
socialmente útil de la componenda que incorpora intereses privados ocultos a
las decisiones de un cuerpo deliberativo.
jueves, 19 de septiembre de 2013
¿Logros politicos?
Que costosa nos resulta a los mexicanos la propaganda que
se hacen quienes detentan el poder. Incapaces de convencer al pueblo con la
acción tratan de convencerlo con la TV. La escasez de logros no importa si se
le sustituye con abundancia de publicidad. No hay otro país en el mundo en que
se gaste tanto en propaganda política y del gobierno como en México. Hallamos a
los hombres del poder hasta en la sopa. Es imposible encender la TV sin ver en
la pantalla el rostro de un político, ni prender el radio sin escuchar su voz.
En eso se echa de ver nuestro subdesarrollo: en que los gobernantes son como
los detergentes que necesitan mucha publicidad para venderse. No es razonable
que el presidente, los gobernadores y alcaldes, en menor medida, hagan el
exceso de propaganda que hacen. Cuando México madure esa publicidad será
prohibida, y los dineros públicos se utilizarán en obras de beneficio
comunitario en vez de gastarse indebidamente en una propaganda personalista que
a nadie engaña ya.
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