jueves, 19 de septiembre de 2013

¿Logros politicos?

Que costosa nos resulta a los mexicanos la propaganda que se hacen quienes detentan el poder. Incapaces de convencer al pueblo con la acción tratan de convencerlo con la TV. La escasez de logros no importa si se le sustituye con abundancia de publicidad. No hay otro país en el mundo en que se gaste tanto en propaganda política y del gobierno como en México. Hallamos a los hombres del poder hasta en la sopa. Es imposible encender la TV sin ver en la pantalla el rostro de un político, ni prender el radio sin escuchar su voz. En eso se echa de ver nuestro subdesarrollo: en que los gobernantes son como los detergentes que necesitan mucha publicidad para venderse. No es razonable que el presidente, los gobernadores y alcaldes, en menor medida, hagan el exceso de propaganda que hacen. Cuando México madure esa publicidad será prohibida, y los dineros públicos se utilizarán en obras de beneficio comunitario en vez de gastarse indebidamente en una propaganda personalista que a nadie engaña ya.

El actor político oscuro es señalado como un mero farsante atenido al amparo de su protector por compromisos soterrados. En México el cabildeo, el que se desarrolla honestamente y el que acude a la persuasión por vía pecuniaria, es un fenómeno nuevo, y su edad coincide con la de la autonomía parlamentaria. Hasta antes de 1997, cuando el PRI dominaba con holgura ambas cámaras era innecesario convencer o comprar legisladores, porque su intención en el proceso de confeccionar leyes o formular el presupuesto era casi nula. En cambio a partir de esa fecha han crecido las posibilidades de que los legisladores legislen y no lo haga solo el ejecutivo. Empresas, sus asociaciones, grupos de interés y aun dependencias gubernamentales o gobiernos estatales descubrieron la posibilidad de hacerse oír por los diputados y senadores y de sacar avante o frenar disposiciones favorables a sus intereses, o lo contrario. Los agentes de enlace legislativo como ahora se les llama, han proliferado y ocupan espacios crecientes, que por ahora comparten con la prensa. El cabildeo es una actividad lícita, que aporta información a los legisladores cuando abordan situaciones concretas, como la fijación de impuestos a bienes y servicios, o determinan exenciones o establecen reglas para los negocios privados. Pero es tenue la línea que separa ese trabajo socialmente útil de la componenda que incorpora intereses privados ocultos a las decisiones de un cuerpo deliberativo.

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