Es un hombre
alegre, emprendedor, entusiasta, impulsivo, bien inspirado, confiado en que
todo lo puede. Es también simpático, tiene carisma y hasta una capacidad de
comunicación capaz de convencer a su entorno (Vilma, Betty y Pablo) de las más
audaces ideas.
¿Qué pasaría si
decidiera ser candidato a Alcalde de su ciudad, Piedradura? Pues depende. ¿De
qué depende? Pues de la época.
Si Pedro
Picapiedra fuera candidato a Alcalde en la mítica edad de piedra de la serie de
televisión, pues muy posiblemente le iría muy bien en las elecciones. Y tal vez
hasta sería el nuevo Alcalde (de existir el cargo...).
Es muy probable
que sus condiciones personales, sus cualidades, su historia, su entorno,
bastaran para darle el triunfo.
Pero si fuera
candidato hoy, en este mundo del siglo 21, lo más probable es que pierda. ¿Por
qué? Porque las campañas electorales se han profesionalizado mucho y ya no son
lo que eran. No hago un juicio de valor al respecto, solo digo que es así, que
el fenómeno existe.
Y es un fenómeno
que le permite a algunos partidos y candidatos contar con ventajas extra que
algunos otros ni se sueñan.
Mientras el
ingenuo Pedro Picapiedra sigue pataleando en su troncomóvil con todas sus
buenas intenciones y su energía...otros se preparan mejor y ganan.
Mientras el
ingenuo Pedro Picapiedra grita 'Yabba Dabba Doo!!!!' frente a micrófonos y
cámaras...otros aprenden y ganan.
Mientras el
ingenuo Pedro Picapiedra confunde a Vilma, Pablo y Betty con toda la población
de Piedradura...otros estudian para hacer las cosas de otro modo y ganan.
Abre el diario.
Mira la televisión. Navega internet. Vas a ver que Pedro Picapiedra
(disfrazado) está por todas partes. No importa si es candidato a Presidente, a
Alcalde, a Gobernador o a Legislador. No importa si es de izquierda o de
derecha.
No importa si su
campaña tiene mucho o poco dinero. Pero allí está él.
Confiado en su
olfato. Impulsivo. Carismático para un sector de la sociedad.
Entusiasta.
Decidido a hacer cosas buenas. Creyendo que las campañas electorales siguen
siendo como siempre.
Parece vestido.
Pero está desnudo.
Desnudo porque ni
él ni su equipo creen en los instrumentos científicos que hoy día existen al
servicio de la comunicación política.
Desnudo por no
creer ni en asesores ni en encuestas ni en cursos ni en libros.
Desnudo por
desconocer cómo funcionan hoy los medios de comunicación.
Desnudo por
desconocer cómo trabajan hoy los mecanismos mentales del voto ciudadano.
Desnudo por
negarse a aprender y creer que sus adversarios no lo están haciendo a sus
espaldas.
Desnudo por
carecer de una estrategia de marketing político.
Pedro Picapiedra
desnudo. En pleno siglo 21. Míralo. Escúchalo. Allí está. Ingenuo. Derecho a la
derrota.
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