¿Manipulas? O te manipulan.
La
siguiente, es una acción muy frecuente que a todos nos ha tocado estar, en uno
u otro lado, muchas veces sin querer y otras veces de manera deliberada, pero
hemos formado parte de la estadística.
La
manipulación personal es el control que se ejerce sobre los individuos para
lograr un propósito específico, ya sea agresivo o defensivo. Ocurre en todas
las relaciones humanas, tanto públicas como privadas. Hasta decir: “buenos
días” a alguien es manipulación personal: uno espera que su acción provoque una
reacción prevista. Si uno no obtiene respuesta, está siendo manipulado a su vez
(hacia la cólera, la sorpresa o alguna otra reacción). Sólo dándose cuenta de
la presencia persistente de situaciones manipulantes a un nivel personal puede
uno controlarlas en vez de que lo controlen a uno.
Cualquier
grupo puede ser manipulado una vez que se conocen bien sus costumbres
personales. Cuando uno cambia de ambiente (ya sea a una ciudad diferente, a
otro país, a un nuevo empleo) la medida más prudente es permanecer neutral y
sin emociones hasta que se vean las diferencias entre las costumbres antiguas y
las nuevas. Cuanto más experiencia tenga uno en observar los cambios, tanto más
rápidamente podrá predecir los que se presenten. Si usted amable lector ha
vivido en un grupo cultural cerrado, no debe permitir que cualquier expectativa
de respuestas normales influya en su actitud hacia la gente en la nueva
situación. Espere a ver cómo responden los demás. Los recién llegados son
siempre susceptibles a la manipulación personal, porque no están familiarizados
con la rutina diaria. El clásico ejemplo de la manipulación a través de la
ignorancia cultural es el Otelo de Shakespeare, el moro que llegó a Venecia.
Otelo sólo escuchaba los consejos de un hombre, Yago, quien repitiendo
candorosamente. Bueno, así es como actúan los venecianos, llevó a Otelo hasta
la locura y el asesinato.
En
Norteamérica, donde existen amplias diferencias regionales a nivel gerencial,
es esencial entender las pautas de conducta que se esperan antes de intentar
hacer una manipulación personal. De otra manera, sus esfuerzos podrán volverse
contra usted.
Para
evitar errores, se debe estar consciente de que existen posibles diferencias en
las respuestas automáticas condicionadas por la cultura. Igualmente importante
en la manipulación personal es el reconocimiento de tipos principales de
carácter.
Para
los propósitos de la manipulación personal, la gente puede ser dividida en tres
tipos generales: realistas, cínicos e idealistas. Los integrantes de cada grupo
tienen una visión específica del mundo y creen que el resto del mundo la
comparte, o bien, se opone a ella totalmente. Suponen que el universo está
dividido entre el bien y el mal, con las fuerzas del bien (sus aliados)
luchando siempre contra las fuerzas del mal (sus oponentes). Esa visión del
mundo tan burdamente simplificada puede manipularse con facilidad para ventaja
suya. Descarte la idea de educar a esos simplones y de guiarlos en su ceguera.
Usted se aprovechará de su ignorancia, sin herirlos más de lo que su propia
visión cósmica egocéntrica está destinada a herirlos. Tómalo en cuenta.
La
mayoría de la gente revela de inmediato su orientación básica en la vida. Una
pregunta anodina como: ¿Quién cree usted que sea el mejor candidato? Puede ser
el principio de un intrincado proceso de manipulación. El realista lo mirará de
frente y le dará las cifras de la votación de los candidatos o, por lo menos,
citará lo que han dicho en público. El cínico rezongará: ¿Cuál es la
diferencia? Todos son unos sinvergüenzas. El idealista hablará sobre uno de
ellos como el salvador del mundo, el nuevo Mesías. ¿Te resulta conocido?
Una
vez que usted conoce la opinión de los demás sobre el mundo, únase a ellos
aparentemente. No serviría de nada invitarlos a que se unan a usted. Tiene que
tomarlos de la mano y llevarlos a donde quiere usted que vaya.
Es
esencial identificar a estos tres tipos básicos de personalidad si esperamos
tener éxito en la manipulación.
El
éxito como manipulador depende de la actitud de control, la habilidad de
controlar la actitud de los demás hacia usted, sus proyectos y su progreso.
Todo comienza por saber la clase de persona con quien está usted trabajando. De
ahí se pasa a otras técnicas más específicas. Como un buen perro pastor, usted
mantiene el rebaño dentro de ciertos límites. Cuando las actitudes van en la
dirección correcta, usted corre a su lado con un ojo avizor para los que puedan
desviarse. Cuando las actitudes se desvían, usted las dirige de nuevo al
rebaño.
Las
actitudes son controladas por el refuerzo, la redirección o la revisión.
Revisar una actitud es más complicado que reforzarla o redirigirla.
El
arma más útil para controlar las actitudes es la flexibilidad. Puede tener
todas las pruebas en su favor, pero una mente débil, puede seguir en contra de
lo que está hablando, cambie su tono de hablar y su mirada. Con este tipo de
cambios usted controla las actitudes de los demás.
La
manipulación de la actitud es un arte, nunca puede usarse la misma dos veces.
Cuando usted ha tenido éxito al modificar la actitud de un individuo o de un
grupo en una conferencia, la gente que participa con frecuencia estás tan
agradecida como el público al final de una obra de teatro. No aplauden, pero lo
miran con la gratitud de unos corderos fatigados que finalmente llegan a su
aprisco.
Con
esto que he indicado, no vuelvas a mencionar que no manipulas y mucho menos que
los demás no te manipulan, porque eso es completamente falso. Mejor pregúntate
sinceramente, ¿Qué quieres hacer Tú?
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