Los partidos políticos.
Uno de los principales problemas de los
partidos no sólo en México sino en el mundo entero tiene que ver con un
excesivo pragmatismo que abandona principios y valores a cambio de ventajas
electorales. Diríase que una vieja clasificación de los partidos está perdiendo
vigencia: la que distingue entre los partidos de acción y los partidos de
expresión que tiene ciertas coincidencias con la diferenciación entre aquellos
que se consideran orientados por el poder y los orientados por las políticas.
Partiendo del supuesto de que los partidos
constituyen aglutinamientos estables de intereses, Karl Deutsch distingue dos
categorías: partidos de acción y partidos de expresión. Los primeros son
partidos fuertes que ejercen efectivamente el poder y pueden ejecutar acciones
concretas. Sin embargo, en razón de su propia dimensión –en la que se conjuntan
intereses variados- tienen que sacrificar parte de sus demandas mediante
transacciones que les permitan satisfacer otra parte de ellas.
Los partidos de expresión, por otro lado,
parecen conformarse con plantear sus exigencias y si bien no ejercen el poder
directamente, pueden, mediante coaliciones con otros partidos mayores, lograr
ciertos beneficios para los intereses que representan.
El propio Deutsch, al analizar los fines de los
partidos, los clasifica en partidos orientados por el poder y partidos
orientados por las políticas. Los primeros tienden a la obtención y el
mantenimiento del poder, independientemente de las medidas que tengan que tomar
y aunque ello signifique variar los grados de satisfacción para los diversos
grupos que los apoyan, llegando incluso a sacrificar algunos de esos grupos a
fin de ganar el favor de otros.
Los partidos orientados por las políticas, por
su parte, buscarán por el contrario la adopción de las medidas que proponen,
aunque no sean ellos quienes las realicen directamente. Al respecto dice el
mencionado politólogo: “Mientras que una persona orientada por las políticas
prefiera tener razón, a ser Presidente, un individuo orientado por el poder
cambiará muchas de sus políticas y aún de sus principios –discretamente-, si
ello es necesario para ser elegido o permanecer en el puesto”.
La cuestión es que incluso partidos que
originalmente se orientaban por las políticas, al asumir el poder se aferran a
él a toda costa sin importar qué principios deban abandonar o traicionar,
nuestro ejemplo más próximo lo tenemos en el PAN que según su presidente estaba
dispuesto a recibir a quien sea independientemente de sus creencias o
tendencias valorativas. Incluso partidos pequeños dejan de expresar demandas
concretas para vincularse con cualquiera que les ofrezca una mejora de su
posición frente al electorado. Todo parece indicar que, desgraciadamente, el
planeta entero observa una tendencia hacia la aparición de una sola categoría
de partidos con exclusión de todas las demás: la de los partidos orientados por
el pragmatismo rampante.
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