EL TRABAJADOR MEXICANO.
Los
días recientes, en muchos medios de comunicación electrónicos, escritos,
diarios, revistas y, sobretodo, en las redes sociales vía internet, hemos sido
saturados los mexicanos, con las respuestas y ataques al magnate
estadounidense, Donald Trump, esto debido a sus legítimos y personales
comentarios respecto a los nacionales que han cruzado la frontera y viven en
los Estados Unidos de Norteamérica. Él jamás dijo que todos, los mexicanos
somos así, señaló exclusivamente a los que han cruzado, indicando que no todos
son malos, ni todos buenos, sino parte y parte, pero somos una raza, mezclada
como todas las que hay en el mundo, pero cuando nos conviene, pretendemos
regresar a los orígenes, para muchos, aún gloriosos, remontándonos a lo que la
historia oficial menciona, pero que la realidad dista mucho del pasado, y nos
envolvemos en la bandera de un falso nacionalismo y la verdad, nos causa
molestia, porque estamos acostumbrados a siempre estar discutiendo, peleando, a
apoyar causas perdidas que muchas veces ni conocemos, nos sentimos los
descendientes de los charros de las películas de antaño, esos que no respetaban
nada, que se saltaban todas las reglas y a punta de pistola, tomaban lo que querían,
gritando siempre ¡¡¡Viva México Ca…!!! Y eso en un país civilizado, no es
posible.
Nos
guste o no, nos duela o no, los países desarrollados tienen similar opinión, y
aun más fuerte que la del dueño del concurso de belleza Miss Universo. Y
pruebas hay muchas, sobretodo ejemplos de lo que somos y no somos. ¿Quién no
conoce la historia del comprador de cangrejos? Es aquella en la que una persona
anda buscando cangrejos y todos los botes de los países que los venden están
tapados, excepto uno, curioso le pregunta al vendedor, ¿Por qué? Éste, le
explica que los cangrejos europeos, asiáticos, se ayudan empujándose entre
ellos para salirse del recipiente y el bote sin tapa, son los cangrejos
mexicanos, éstos en lugar de apoyarse, cuando ven que algunos ya van subiendo
por las orillas, en lugar de ayudarlos, los jalan hacia el fondo. ¿Verdad que
si la conoces?
Hay
otra que menos gente conoce, pero, igual que la anterior, es ejemplo en el
extranjero de lo que no se debe hacer, consiste en que en las familias,
sociedades, empresas, etcétera. En esos países si tienen un terreno
habitacional, construyen primero la casa y después discuten quien debe ser el
dueño. En cambio, los mexicanos en iguales circunstancias, primero discuten
sobre el terreno, los materiales, etcétera, quedándose sin construir la casa, y los interesados terminan
peleados, enojados, distanciados. ¿Te resulta familiar?
Ahora
bien, regresando al trabajo del mexicano, para nadie es un secreto que
efectivamente, hay gente honesta, trabajadora, que rinde, que en su trabajo da
más de lo que le solicitan; pero también está el otro extremo, aquellos que
mienten, que son deshonestos, flojos, que sólo hacen lo que les piden (muchas
veces ni eso), que están pendientes de la hora de salida y como dicen, no dan
ni un teclazo de más, se enferman de manera frecuente, se ausentan sin
justificación, es muy mexicano el dicho de que es mejor pedir perdón que
permiso, y un montón de frases creadas a gusto y conveniencia de la gente
improductiva.
Esto
y más tienen que ver con la educación que recibimos, pues el gobierno federal a
través de la Secretaría de Educación Pública, solo nos da conocimientos, pero
no nos da educación formativa, no nos educa en valores, porque si el hijo desde
pequeño llega a su casa con algo que no es de él, en lugar de hacerlo que lo
regrese a quien se lo quitó o lo perdió, lo festejamos y eso va grabándose en
su mente, porque es la etapa principal donde se amasa, moldea y pule al ser
humano, ahí es donde se debería educar bajo el principio de si algo no es tuyo,
es de alguien más y las cosas cambiarían para bien.
Además
es necesario seguir unos pequeños y sencillos pasos, tales como el bien ser,
que consiste en ser puntuales, honestos, trabajadores, estudiosos,
disciplinados, leales; el bien hacer, que consiste en que cualquier tarea o
actividad se realice bien, desde el inicio y como si fuera el ultimo día; el
bien estar, que es sinónimo de felicidad, porque este puede ser un paraíso que
siempre ofrece más en todo o un infierno donde solo se pide y exige; y el bien
tener, por hacer las cosas bien vas a tener riquezas materiales, bienes
inmuebles y muebles, pero todo esto se logra si se cumple el primero de estos
sencillos pasos, que es el más importante.
La
mayoría de los mexicanos estamos acostumbrados a gastar el tiempo y no a
invertirlo, la inversión sirve para mejorar todo, y no hablo en cuestiones
económicas, sino en utilizar bien nuestro tiempo para estudiar, para
capacitarnos, para mejorar en la actividad que estemos realizando; inversión
que nos convierte de mexicanos ordinarios en unos mexicanos extraordinarios, la
diferencia no es solamente el prefijo extra, sino darle un plus a nuestro trabajo,
a nuestro estudio, a nuestra actividad. Gente ordinaria sobra, pero
extraordinaria de verdad hace falta, para ir haciendo un entorno, un municipio,
un estado, un país mejor, donde podamos sentirnos en verdad orgullosos de ser
de una manera distinta. La verdadera riqueza de un país, son sus habitantes,
porque de nada sirven los recursos naturales, renovables y no renovables, si no
se sabe administrar la riqueza de manera equitativa, (me refiero a todos, no
solo al gobierno, porque en cualquier predio, vemos frutos tirados,
desperdiciados en lugar de ser utilizados para alimento propio o de alguien
más) que nos convierte en un país subdesarrollado, en vías de desarrollo o como
una economía emergente, definición actual para engañarnos. Amable lector, con todo esto ¿te sientes
aludido, afectado, lastimado con las declaraciones de Donald Trump? Yo no.
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