Ley Nº 1- Nunca le haga sombra a su amo.
Esfuércese siempre por lograr que quienes están jerárquicamente
por encima de usted se sientan cómodos con su sensación de superioridad. No
permita que sus deseos de complacerlos o impresionarlos lo induzcan a hacer
ostentación de sus talentos y de su capacidad, ya que ello podrá generar un
efecto opuesto al deseado, es decir, inspirar temor e inseguridad en sus
superiores. Hágalos aparecer siempre más brillantes de lo que en realidad
son... y accederá a la cumbre del poder.
LEY No. 1
NO ECLIPSAR A NUESTROS SUPERIORES.
Hay que hacer que los que están por encima
de uno se sientan lo suficientemente superiores. Aunque uno tenga deseos de
complacerles o impresionarles, no hay que pasarse al demostrar las habilidades
propias porque provocan el efecto contrario -inspirar miedo e inseguridad-. Si
conseguimos que nuestros jefes parezcan más brillantes de lo que son,
llegaremos a las cimas del poder.
Ley Nº 2- Nunca confíe demasiado en sus amigos; aprenda a
utilizar a sus enemigos.
Desconfíe de los amigos; suelen ser los primeros en
traicionarlo, ya que caen fácilmente presa de la envidia. También suelen
convertirse en irrespetuosos y tiranos. En cambio, emplee a quien haya sido su
enemigo, y le será más leal que un amigo, ya que deberá hacer mayores esfuerzos
por demostrar su adhesión. Lo cierto es que usted debe temer más a sus amigos
que a sus enemigos. Si no tiene enemigos, busque la forma de creárselos.
LEY NO. 2. NO CONFIAR DEMASIADO EN LOS AMIGOS Y SABER UTILIZAR A LOS ENEMIGOS.
No hay que fiarse nunca de los amigos -le traicionan a uno con
mayor rapidez, porque sienten envidia con facilidad-. También se convierten en
unos mimados tiránicos. Pero si se contrata a un antiguo enemigo será más leal
que un amigo, porque tiene más que demostrar. De hecho, hay mucho más que temer
de los amigos que de los enemigos. Si no se tienen enemigos, hay que encontrar
la forma de granjeárselos.
Ley Nº 3- Disimule sus intenciones.
Desconcierte a la gente y manténgala en la mayor ignorancia
posible, sin revelar nunca el propósito de sus acciones. Si no tienen la menor
idea de qué es lo que usted quiere lograr, les resultará imposible preparar una
defensa. Condúzcalos por el camino de las falsas suposiciones, envuélvalos en
una nube de humo y verá que, cuando al fin caigan en la cuenta de las
verdaderas intenciones de usted, ya será tarde para ellos.
LEY No. 3
OCULTAR LAS
INTENCIONES.
No debemos revelar nunca el objetivo detrás
de nuestras acciones para mantener a la gente desconcertada y desinformada. Si
no tienen ni idea de cuáles son nuestras intenciones, no pueden preparar una
defensa. Hay que llevarles lo bastante lejos por el camino equivocado,
envolverlos en humo, y para cuando se den cuenta de lo que nos proponemos será
demasiado tarde.
Ley Nº 4- Diga siempre menos de lo necesario.
Cuando intente impresionar a la gente con palabras, tenga en
cuenta que cuanto más diga tanto más vulnerable será y tanto menor control de
la situación tendrá.
Incluso cuando lo que diga sea sólo banalidad, parecerá una idea
original si la plantea en forma vaga, abierta y enigmática. Las personas
poderosas impresionan e intimidan por su parquedad. Cuanto más hable, mayor
será el riesgo de decir alguna tontería.
LEY No. 4
DECIR MENOS DE
LO NECESARIO.
Si se intenta impresionar a la gente con
palabras, cuanto más se dice, más ordinario se parece y menos se controla la
situación. Incluso si se está diciendo algo banal, parecerá original si se
expresa de una forma vaga, abierta y con aspecto de esfinge. La gente poderosa
impresiona e intimida diciendo poco. Cuanto más se dice, más posibilidades hay
de soltar una tontería.
Ley Nº 5- Casi todo depende de su prestigio; defiéndalo a
muerte.
Su renombre y su prestigio constituyen la piedra angular del
poder. Basta el prestigio para intimidar y ganar. Sin embargo, una vez que
decae, usted se tornará vulnerable y será atacado por todos los flancos.
Convierta su prestigio en una fortaleza inexpugnable. Manténgase alerta frente
a cualquier tipo de ataques potenciales y desbarátelos antes de que se produzcan.
Al mismo tiempo, aprenda a destruir a sus enemigos abriendo brechas en la
reputación de ellos. Luego dé un paso al costado y deje que la opinión pública
lo crucifique.
LEY No. 5
DEFENDER la REPUTACIÓN con la VIDA (MUCHAS
COSAS DEPENDEN de ELLA).
La reputación es la piedra angular del poder. Sólo a través de
la reputación se puede intimidar y ganar; una vez que se pierde, sin embargo,
uno se vuelve vulnerable y blanco de ataques por todos los lados. La reputación
debe ser algo inexpugnable. Siempre hay que estar alerta ante la posibilidad de
un ataque, para defenderse antes de que ocurra. Mientras, hay que saber
destruir al enemigo minando su propia reputación. Luego hay que tomar distancia
y dejar que la opinión pública les lleve a la horca.
Ley Nº 6- Busque llamar la atención a cualquier precio.
Todo es juzgado por su apariencia; lo que no se ve no cuenta.
Nunca acepte perderse en el anonimato de la multitud o ser sepultado por el
olvido. Ponga toda su fuerza en destacarse. Conviértase en un imán que
concentre la atención de los demás, mostrándose más atractivo y más misterioso
que la gran masa, tímida y anónima.
LEY No. 6
LLAMAR LA ATENCIÓN A TODA COSTA.
Todo se juzga por la apariencia; lo que no
se ve no tiene valor. Por lo tanto, no es bueno perderse entre la muchedumbre
ni quedar en el olvido. Hay que destacar. Llamar la atención a toda costa. Hay
que convertirse en un imán que atrae la atención porque parece más grande, más
colorido, más misterioso que las masas tímidas y blandas.
Ley Nº 7- Logre que otros trabajen por usted, pero no deje nunca
de llevarse los laureles.
Utilice la inteligencia, los conocimientos y el trabajo físico
de otros para promover su propia causa. Ese tipo de ayuda no sólo le permitirá
ahorrar mucho tiempo y energía, sino que le conferirá un aura divina de rapidez
y eficiencia. A la larga, sus colaboradores serán olvidados y todos lo
recordarán a usted. Nunca haga lo que otros pueden hacer por usted.
LEY No. 7. CONSEGUIR que OTROS HAGAN el TRABAJO y LLEVARSE el MÉRITO.
Hay que utilizar la sabiduría, el
conocimiento y el trabajo de los demás en beneficio propio. Este apoyo no sólo
ahorra tiempo y energía, sino que produce un aura divina de eficacia y rapidez.
Al final los ayudantes quedarán en el olvido y nosotros seremos recordados.
Nunca debemos hacer nada que puedan hacer los demás por nosotros.
Ley Nº 8- Haga que la
gente vaya hacia usted y, de ser necesario, utilice la carnada más adecuada
para lograrlo.
Cuando obligue a otro a actuar; deberá ser usted quien en todo
momento ejerza el control. Siempre es mejor lograr que su contrincante se
acerque a usted y abandone, en este proceso, sus propios planes. Atráigalo con
ganancias fabulosas... y después proceda a atacar. Usted tiene todos los ases
en la mano.
LEY No. 8. HACER que los DEMÁS VENGAN a UNO (PONIENDO un CEBO SI es NECESARIO).
Si obligamos a los demás a actuar, se tiene
el control. Siempre es mejor hacer que nuestro oponente venga hacia nosotros y
que abandone sus propios planes en el camino. Hay que atraerle con ricas
ganancias, y luego atacar. Nosotros tenemos las cartas.
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