miércoles, 16 de noviembre de 2016

El caballero y el granjero. Parte 1

Los ojos de William brillaban de orgullo mientras observaba a su hijo mayor, Uther, arar el campo.

Le dijo a su esposa: He aquí a un hijo obediente, que escucha a sus padres y trabaja duro. Lo convertiré en el mejor granjero de este pueblo. ¡Cómo me gustaría que su hermano fuera igual a él!

Repentinamente, sus ojos se llenaron de preocupación y tristeza al mencionar a su hijo menor, y suspiró profundamente.

Él quiere ser soldado, dijo su esposa vacilante.

La expresión del granjero cambió a una de desdén.

¡Soldado!  ¡soldado! repitió como si la profesión de soldado fuese lo más bajo en lo que pudiera pensar. ¿Por qué no piensa en ser granjero, como su hermano? gesticuló con irritación.

Suspiró una vez más y miró a su esposa, ella intentaba evitar el contacto con sus ojos.

Marta, ¿quieres que él sea soldado? preguntó él.

¡No! ¡nunca! Eso es lo último que quiero que sea, respondió Marta.

Era mediodía y Uther regresó de los campos para almorzar.

¿Dónde está Ector? preguntó.

Salió a ver la justa, dijo Marta con tono sarcástico.

Fue entonces cuando entró Ector de prisa, estaba visiblemente excitado.

¡Miren lo que he hecho! gritó exhibiendo dos espadas de madera.

Sí, mira lo que ha hecho tu hijo, ¿no son grandiosas? dijo William con sarcasmo.

No solo puedo hacerlas, también puedo empuñarlas, dijo Ector con seguridad, blandiendo la espada con un floreo.

Debes tener brazos fuertes para sostener la espada, dijo Uther con una leve sonrisa en sus labios.

¡Así que dudas de mis fuerzas! ¡Te desafío, sir Uther, a un duelo! ¡Aquí está tu espada!

Ector gritó mientras lanzaba su espada va Uther y cargaba contra él. Ector blandió su espada como si estuviese peleando por su vida, mientras que Uther se defendía con una burlona seriedad. En unos pocos momentos, Ector desarmó a Uther y apuntó su espada de madera al cuello de Uther.

¡Ríndete o muere! gritó.

Está bien, está bien, me rindo Tú eres el mejor espadachín del país, se burló Uther de Ector, mientras se inclinaba con una reverencia irónica ante él.

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