viernes, 4 de noviembre de 2016

Los dos príncipes. Parte 1

El rey Valerius se escondió detrás de un inmenso árbol.

Su ministro lo miró sorprendido.

Su majestad, ¿porqué se esconde detrás de este árbol? preguntó.

¡Shhh! susurró el rey Valerius, poniendo su dedo sobre los labios y moviendo los ojos. ¡Ten paciencia! Los príncipes podrían salir en cualquier momento.

El ministro seguía confundido. ¿Iba el rey a espiar a los príncipes? ¿Y por qué haría eso? pensó.
 
Los príncipes y sus compañeros de clase salieron, encabezados por su tutor. Este último le entregó espadas al príncipe mayor, al príncipe Xerxes y a uno de sus compañeros de clase y les pidió que hicieran una demostración.

Los dos jóvenes hicieron una reverencia ante su tutor e iniciaron el duelo.

A los pocos momentos quedó claro que el príncipe Xerxes estaba superando a su contrincante.

¡Su majestad, mire la manera en la que pelea! susurró el ministro con excitación.

El rey Valerius esta lleno de orgullo cuando vio a su hijo blandir la espada con tanta destreza.

El oponente fue desarmado en muy poco tiempo.

El príncipe Xerxes, en un ataque de excitación avanzó repentinamente hacia el oponente, levantando su espada para atacar. El corazón del rey Valerius se detuvo por un momento, estaba a punto de salir de su escondite y detener al príncipe cuando el tutor intervino oportunamente. Hasta cuando el maestro sostuvo su mano, el príncipe intentó liberarla de un jalón.

El rey y su ministro vieron al maestro reprender al príncipe Xerxes, fue entonces cuando el joven dejó caer la espada y recuperó sus sentidos.

Luego fue el momento de volverse al príncipe más joven, el príncipe Darius.

El príncipe Darius empuñó la espada con tal falta de esfuerzo y gracia que el rey quedó impresionado. Pero muy pronto comenzó a preguntarse si la gracia le serviría de algo, ya que su oponente parecía estarse imponiendo. Era claro que se trataba de un adversario respetable, no iba a ser una batalla fácil, como la que había visto primero.

Su majestad, siento que el príncipe Darius va a perder este duelo, susurró el ministro.

El rey Valerius miró fijamente al ministro demostrando que no estaba de acuerdo.

Pero el príncipe Darius mantuvo la compostura y justo cuando todos pensaban que el combate llegaría a su fin con su oponente surg8iendo victorioso, lo desarmó, dejándolo sorprendido.

Luego el príncipe Darius soltó la espada y abrazó a su contrincante. Hasta el duro rey Valerius se conmovió con este gesto.

El rey Valerius vio al maestro palmeando la espalda del príncipe y aconsejando a los discípulos sobre algo y el monarca comprendió instantáneamente que el mentor les pedía a sus estudiantes que emularan al príncipe. 

El rey Valerius y su ministro intercambiaron miradas significativas., El ministro notó que había una expresión de alivio en el rostro del monarca -era como si finalmente hubiese encontrado una respuesta a la pregunta que lo había perseguido por meses.

Diez días después declararía quien sería su sucesor. Si iba a seguir la tradición, sin duda alguna, tenía que declarar cal príncipe Xerxes como sucesor. Pero el rey Valerius no creía en la tradición, que no estaba apoyada por la razón.

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