lunes, 7 de noviembre de 2016

Los dos príncipes. Parte 3

Cuando volvió a entrar en la corte, tomó el arpa que le había enviado su hermano y comenzó a quitarle las cuerdas una a una y, cuando la última había sido retirada, le entregó el arpa sin cuerdas al mensajero y dijo: Dile a mi hermano que las manos que son capaces de tocar las cuerdas del arpa también son capaces de arrancarlas. ¡Dile que si se atreve a atacarme, su condición será la misma que la de esta arpa sin cuerdas!

Las palabras de Darius le helaron la sangre a todos los que estaban en la corte.

Xerxes estaba de pie ante Darius, con la cabeza baja en señal de vergüenza por la humillante derrota que había sufrido, nunca hubiese esperado ser derrotado. La imagen del arpa sin las cuerdas daba vueltas en su mente. A su izquierda estaba Carlyle, un ladrón y asesino famoso que había matado a siete hombres, tres mujeres y dos niños.

Era el cumpleaños de Darius y, de acuerdo a la tradición, el rey perdonaría a un criminal ese día.

¿Perdonará el rey Darius al príncipe Xerxes o a Carlyle? esa era la pregunta que todos tenían en la mente

Todos los ojos voltearon hacia el rey Darius, quien parecía perdido en sus pensamientos. La conversación que había tenido con su madre en privado hacía un rato reverberaba en su mente.

Darius, perdona a Xerxes, te lo ruego. Después de todo él es tu hermano, había rogado ella.

Madre, él es el culpable de traición y la pena por ese crimen es la muerte, había respondido el monarca. 

Pero tú eres el rey puedes hacer o romper las reglas. Castígalo si quieres, encarcélalo... encarcélalo de por vida... o... exílalo, pero por favor no lo ejecutes, le había rogado su madre nuevamente.

El rey Darius hizo a un lado sus pensamientos y recuperó la compostura, todos se inclinaron hacia adelante, escuchando con toda atención.

Lleven a Carlyle al patíbulo, no encuentro razón alguna por la cual debería perdonar a una persona que tomó doce vidas, incluyendo a las de dos niños. Así que la pena de muerte permanece, declaró.

Xerxes y la reina suspiraron con alivio, si Carlyle iba a ser ejecutado, la deducción natural era que Darius perdonaría a Xerxes, la tradición exigía que liberarse a un prisionero el día de su cumpleaños.

De ahora en adelante no perdonaré a ningún prisionero en mi cumpleaños. Una vez que se ha emitido una sentencias, ésta permanece; los culpables serán castigados y no perdonados. ¿Por qué debo perdonar a alguien sólo porque es mi cumpleaños? dijo Darius.

Entonces tendré la dudosa distinción de ser el último criminal que perdonará. Probablemente me exilará, pensó Xerxes.

Xerxes, te encuentro culpable de traición y sólo hay una pena por traición, ¡la muerte! ¡llévenlo al patíbulo y córtenle la cabeza! Darius dictó su sentencia como si se estuviese dirigiendo a cualquier ciudadano.

La reina se desmayó y los soldados comenzaron a llevarse al traidor. Al principio Xerxes quedó demasiado sorprendido como para protestar. Luego se las arregló para encontrar su voz y rogó, por primera vez en su vida, por su propia vida.

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