Y, por primera vez en su vida, Milano se sintió inclinado a seguir sus consejos.
Al día siguiente, Milano fue a ver al rey.
Su majestad, deseo venderle el elegante blanco, dijo.
¿Y que pasó con tu apego emocional? preguntó el monarca.
Nada es más emocionalmente estimulante que el dinero, su majestad, respondió Milano con una sonrisa.
Muy bien, te ofrezco veinticinco mil monedas de oro por el elefante.
Su majestad, previamente me había ofrecido cien mil monedas de oro.
Ahora, mi necesidad emocional por poseer el elefante ha bajado. Puedes aceptar mi oferta o rechazarla, respondió el rey sarcásticamente.
El monarca había resultado ser un cliente astuto. Había percibido que Milano estaba en una necesidad desesperada de dinero y, por lo tanto, sabía que podía obtener una bagatela.
Así que, finalmente, Milano le vendió el elefante blanco al rey por la mitad del precio que había pagado por el animal.
Pero se sintió aliviado de librarse del paquidermo. Ahora era el dolor de cabeza del rey mientras éste pudiese costear alimentarlo.
La discusión. Como Milano, despilfarramos buen dinero por malas razones, aún cuando sabemos que es una mala inversión. Me pregunto qué nos disuade de la desinversión aún en un caso tal, se preguntó Ana.
Pienso que se debe al miedo a que, aun cuando nos damos cuenta de que la inversión es un fracaso, podríamos venderla por demasiado poco -¿que pasa si prueba ser una gran compra para el adquisidor y, más importante, el mismo hecho de que haya un comprador nos hace sentir, después de todo, no es tan mala inversión. Preferiríamos invertir un poco más de dinero para terminar con un proyecto inviable que cancelarlo?, dijo Ricardo.
Pienso que debemos estar preparados parea matar experimentos estratégicos que nos demos cuenta de que no son viables. A menudo las empresas están acostumbradas a hacer grandes apuestas. Y algunas de éstas son ganadoras, pero si fallan, hacen una gran mellas en los resultados netos y pueden sonar las campanas mortuorias de la empresa. ¿Tu que piensas, Alejandro? preguntó Ana.
Lo que pienso yo es que se pueden hacer un mayor número de pequeñas apuestas; es más probable que éstas lleven a un mayor número de innovaciones radicales. Empresas tales como Whirlpool ya han probado esto, dijo Alejandro.
También me recuerda cómo algunas celebridades gastaron su dinero en muchas inversiones presuntuosas que luego encuentran difíciles de mantener, continuó Alejandro. Los proyectos favoritos y ambiciones personales a menudo ejercen mucha presión sobre los recursos propios. Si no están produciendo los resultados, uno tiene que desprenderse emocionalmente de éstos y cancelarlos. Pero eso se dice más fácil de lo que se hace, porque nadie renunciará a una creencia muy apreciada, y la obstinación se interpone en el camino de aceptar que has cometido un error.
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