...¡El emperador ha perdido la cordura!
Ha avergonzado al imperio.
Luego opinó Claudio, un importante y respetado senador.
Debe ser detenido antes de que lo haga.
Por un momento hubo silencio. Luego Telémaco aprovechó la oportunidad que había estado esperando.
Si lo detengo, ¿ustedes me apoyarán? preguntó.
Los senadores intercambiaron miradas. Luego todos los ojos se fijaron en Claudio; parecía que los senadores lo habían nombrado no oficialmente como su vocero. Poco después, Claudio habló.
Sí, te apoyaremos. Pero ¿Cómo propones detenerlo?
Estas noche lo encarcelaré. Los ciudadanos vendrán a la arena mañana. Reinstauraremos los combates de gladiadores y les explicaremos por qué hemos derrocado al emperador. Dejaremos que ellos decidan su destino, dijo Telémaco.
Todos los senadores estuvieron de acuerdo con el plan de Telémaco. La tarea de explicarles a los ciudadanos le fue confiada a Claudio, dado que era un gran orador.
Al día siguiente, los ciudadanos esperaban impacientemente en el anfiteatro, preguntándose que tenía planeado para ellos el emperador. Cuando Claudio estaba a punto de hacer su aparición ante el público, el gobernante, que ahora estaba encadenado, le hizo una advertencia.
Nunca lograrán salirse con esto. Sé muy bien que inicialmente les desagradé a mis ciudadanos por abolir los combates de gladiadores, pero nunca he actuado en contra de mi conciencia y abolirlos fue lo correcto. Esa muy probable que cualquier reforma radical inicialmente encuentre resistencia. Pero para este momento, el sentido común debe haber prevalecido en mis ciudadanos y ellos aceptarán mis reformas. Cualquier persona que piense correctamente estará en desacuerdo con mi derrocamiento.
Su majestad es muy inocente. Debe sentir el pulso de sus ciudadanos antes de hacer algo. Lo que importa no es lo que usted piensa que está bien, lo importante es si a sus ciudadanos les gustará o no. Si quiere permanecer en el poder, sea popular y populista, respondió Claudio duramente y después de una pausa añadió:
Las reformas impuestas a los ciudadanos serán repudiadas por ellos. Y, su majestad, los ciudadanos no siempre piensan correctamente.
Luego Claudio se dirigió a los ciudadanos:
]Ciudadanos, los meses pasados hemos presenciado una de las decisiones más insanas tomadas por un emperador en la historia de nuestro estado. Todos los ciudadanos han puesto su grano de arena en la construcción de este gran imperio y tienen el derecho de divertirse. ¿Y que hace nuestro emperador? Nos priva de ese derecho prohibiendo un deporte glorioso, que ha divertido a generaciones, y nos fuerza a presenciar unas exhibiciones ridículas de arte, que sólo él puede entender. Y ahora pretende abolir la esclavitud.
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