Iniciemos con la sorprendente clasificación que le propone Juan Matus a Castañeda sobre los diferentes tipos de tiranos que existen:
Pinche tirano. Extraordinarios maestros, que para nuestra desgracia, cada día existen menos. Son los torturadores que tienen el poder absoluto de acabar con la vida del Ticitl y que hacen la vida imposible, sus prerrogativas son ilimitadas y no tiene ninguna característica redentora. Ya hablamos de ellos y pusimos como ejemplo a los encomendadores españoles en la época de la conquista.
Pinches tiranititos. Son personas que hostigan e inflingen injurias, pero sin causar de hecho la muerte de nadie. Este grupo aún se subdivide en cuatro más: quienes atormentan con brutalidad y violencia, quienes lo hacen creando insoportable aprensión; aquellos que oprimen con tristeza y la última, quienes atormentan haciendo enfurecer.
Repínches tiranititos o pinches tiranititos chiquitos, a donde pertenecen las personas que sólo son exasperantes y molestos a más no poder.
Las dos últimas categorías describen a seres déspotas y autoritarios, pero infinitamente debajo de los pinches tiranos a ultranza. Afirma Matus: los tiranititos son bufones, comparados con los primeros. Para efectos de nuestro trabajo, emplearemos el nombre de pinche tirano, reconociendo que mayormente nos referimos en términos generales a las dos últimas categorías señaladas, dado que de los primeros y para nuestra tristeza, ya no existen muchos.
Más allá de lo simpático que puedan ser las categorías anteriores, lo importante es aprender a usar a un pinche tirano (de la clase que sea), para eliminar la importancia personal. Ya no se habló de las trascendencia de no tomarnos en serio, concepto íntimamente ligado a despojarnos de nuestros egos: la importancia personal no es algo sencillo e ingenuo. Por una parte, es el núcleo de todo lo que tiene valor en nosotros, y por otra, el núcleo de toda nuestra podredumbre. Deshacerse de la importancia personal, requiere de una obra maestra de estrategia, no sólo de fe.
Esa obra maestras se entrelaza con la Recapitulación. Es el eterno ejercicio de revisarse, de definir qué puede cambiarse, qué patrones de comportamiento no nos son esenciales para nuestra sobrevivencia y bienestar. Quienes deciden caminar el sendero para llegar a ser hombre de poder o líder, descubren que al elaborar esos inventarios, la importancia personal es una de las principales actividades en las que se consume la mayor cantidad de energía. De aquí, el esfuerzo de erradicarla para ahorrar esa energía y reorientarla a la verdadera lucha.
Para no gastar energía con la carga que representa la importancia personal -que es en verdad un terrible estorbo-, se requerirá del establecimiento de una estrategia la cual incluye los siguientes puntos:
1.- No tomar demasiado en serio los sentimientos propios; no sentir compasión por uno mismo ni gastar energía en lamerse las heridas.
2.- No dar importancia a las acciones de los pinches tiranos: no tomarlas como ofensas personales, sino descubrir que son oportunidades para conocerlos mejor y entender sus partes frágiles y débiles. Usualmente la parte sombra que se pone en juego en estas situación es, son los problemas co0n la autoridad y la rebeldía. Además, detrás de cada individuo que tiene estos problemas hay una falta de voluntad de asumir su responsabilidad personal y a menudo, un deseo inconsciente de que otra persona sea la responsable.
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