El punto anterior esa vital, así lo ilustra el ejemplo de un arquero con el arco tenso y listo para disparar la flecha. dice un maestro zen: mientras intentes provocar el momento de disparar la flecha no aprenderás el arte de los arqueros. Lo que a veces altera la precisión del tiro es la voluntad demasiado activa del arquero... se debe actuar con oportunidad, pero también se debe dejar que el universo actúe en el debido momento.
En esta batalla se entrelazarán: nuestra intención -el propósito tendrá que ser inquebrantable-, se pondrá a prueba nuestra disciplina para enfrentar el miedo, se hará manifiesto lo que hayamos desatorado, desandado y reparado en la recapitulación.
Sin embargo, no siempre se logra la victoria ante el tirano (interno o externo). En ocasiones nuestra importancia personal nos hace sucumbir y no refrenar correctamente. En otros casos no será suficiente ni el control ni la disciplina empleadas y nuestra fe flaqueará. Algunos guerreros tendrán la oportunidad de retroceder, reponerse y volver a la batalla. La importancia personal hace que las derrotas a manos de los tiranos y en nuestra época no sean mortales, sino devastadoras... porque el guerrero es arrastrado por su propio sentido del fracaso, lo cual equivale a una muerte figurada. El enojarse y actuar sin control y disciplina, el no tener refrenamiento es estar derrotado. Algunos guerreros (los que tienen el corazón bien puesto), se reagrupan y vuelven a la pelea con más tino. Otros dejan el camino hasta ahora recorrido y se alinean de por vida a las filas de los pinches tiranos sin corazón. Estos últimos son temibles: son el lumpen espiritual de la humanidad.
Un hombre de poder o líder (ahora guerrero), disfruta la batalla pero no ama la guerra. Desarrolla su espíritu al enfrentar a sus tiranos, pero aprende que su objetivo no es iniciar conflictos sino resolverlos para beneficio de su comunidad y con ello, de sí mismo.
Y, ¿Cómo sabe que triunfó? Habrá cambiado la hiel por miel, el plomo en oro. El guerrero transformó, se transformó.
Cuarto paso: Lucha contra el poder.
El largo y sinuoso camino que hasta ahora ha seguido el hombre de poder o líder, lo ha acercado finalmente al poder. Sabrá entonces que el poder, tanto tiempo perseguido es suyo por fin. Puede hacer con el lo que se le antoje. su deseo es la regla. Ve claro y parejo todo cuanto hay alrededor, el hombre de poder es de verdad invencible. Él manda; empieza tomando riesgos calculados y termina haciendo reglas, porque es el amo. Ha enfrentado a su parte sombra y a su tirano, ha ganado autoridad entre sus seguidores y tiene claridad. Sin embargo, ha tropezado con un gran enemigo: el poder mismo. De pronto sin saber, habrá sin duda perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transformado en un hombre cruel y caprichoso ya que nunca sabrá realmente cómo manejar el poder: no tiene dominio sobre sí mismo, ni puede decidir cómo ni cuando usar su poder, el poder es sólo una carga sobre su destino.
Pero, ¿Cómo aprender a manejarlo correctamente?
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