Hace años, tuve la oportunidad de asesorar a un organismo que prestaba servicios médicos a comunidades de escasos recursos. su líder estaba molesto porque sus médicos (egresados de prestigiadas universidades), no podían impedir las tareas realizadas por los sanadores tradicionales y las parteras de las comunidades. Al participar en la investigación para definir las causas raíces, encontramos que el problema era terriblemente sencillo: los médicos llegaban en sus relucientes camionetas, estaban uno o dos días en la comunidad, no respetaban las costumbres y tradiciones, enfrentaban a los pacientes que acudían a consulta y después se iban prometiendo regresar en determinadas fechas. Sin embargo, eso en muchos casos no sucedía. Inclusive, en ocasiones eran privilegiadas las actividades de orden político a las visitas prometidas a la comunidad. El compromiso del líder de éstos médicos, no era con la comunidad, sino con sus aspiraciones políticas. En sentido contrario, los sanadores tradicionales y las parteras, estaban en la comunidad y tenían un claro compromiso y además eran perfectamente predecibles. Basta señalar un ejemplo: cuando una mujer de la comunidad iba a dar a luz, las parteras llegaban a la casa de aquella desde uno o dos días antes del parto y se iban varios días después del mismo, cuidando tanto de la madre como del recién nacido. Es fácil inferir, quien tenía la autoridad en esa comunidad y por qué razón.
Segundo paso: Define las reglas y busca cambiar su realidad.
Una parte fundamental de la formación y desarrollo del hombre de poder o líder es el conocimiento y el apego a las reglas, independientemente de su justicia, aplicabilidad y sentido. El hombre de poder o líder se entrenará al respecto, de forma simi8lar a como lo hizo aprendiendo a curarse a sí mismo: desde dentro del proceso, viviendo la enfermedad y enfrentándola. No se puede aspirar a cambiar y/o establecer las normas, las reglas, los límites, las leyes, si no se ha sido sujeto de ellas, y se ha vivido en carne propia sus virtudes y debilidades. No introyectar esta profunda experiencia, explica porque algunos líderes actuales quieren hacer justicia en los bueyes de su compadre, sin ejercer primero la justicia en sus propias bestias de carga.
El hombre de poder o líder sabrá diferenciar dos aspectos en este tema: lo que corresponde a su ética personal y lo que tiene que ver con las reglas de su entorno. En cuanto a éstas últimas, entiende que están más allá de él y que en el mejor de los casos son establecidas para facilitar la convivencia social. Desgraciadamente esto último no es siempre verdadero. Ya lo señalaban los marxistas: las leyes forman parte del aparato del Estado para mantener las cosas como están, las cuales son en muchos casos las que benefician a los grupos con poder económico, político y social. Sin embargo, el hombre de poder o líder no se empeña en dar batallas ingenuas para transformar las leyes: Octavio Paz, señala en referencia a las aspiraciones de cambio: el bien, quisimos el bien, venderezar el mundo. No nos faltó entereza, nos faltó humildad. Cambiar las normas externas, las leyes sociales, no es una cuestión cándida ni sencilla. Quien así decida hacerlo sabe que existen cuan do menos dos caminos: el participar directamente con quienes tienen encomendada esa tarea o el generar mecanismos para que las presiones sociales, incidan en los cambios.
Muchos hombres de poder o líderes han ofrecido su vida paras impulsar estos cambios: las páginas de los libros de historias están llenos de ejemplos al respecto. Sus luchas inclusive, han sido más largas que sus propias vidas y en muchos casos, no llegaron a ver los cambios que fueron parte de sus propósitos vitales. Pensemos en Martin Luther King y su sueño de ver una Nación sin discriminaciones raciales. A pesar de que las leyes norteamericanas así lo contemplan, aún existen muchos elementos contradictorios en la sociedad estadounidense: basta sólo observar la discriminación real que sufren nuestros compatriotas. Luther King como muchos otros han estado dispuestos a tomar posturas en áreas que tienen corazón y sentido. Comunican dónde están y qué defienden, y expresan que actúan por su propia voluntad. Se hacen presentes y visibles a través del ejemplo y de la intención de inspirar y fortalecer a los demás. Poseen una gran medicina que aplican en el momento y lugar oportunos. Ese sueño se ha concretado con la llegada al poder de Barack Obama, primer presidente de color en Estados Unidos de América.
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