jueves, 20 de abril de 2017

El líder: hombre de poder. 29

Partamos del enemigo anterior: la claridad. Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también lo ciega. Como ya vimos, le da la seguridad (al hombre de poder o líder), de que puede hacer cuanto se le antoje, porque todo lo que lo ve con claridad. Y tiene valor porque tiene claridad, y no se detiene ante nada porque tiene claridad... pero todo eso es un error: es como si viera algo claro pero incompleto. Si el hombre34 se rinde a esa ilusión de poder, ha sucumbido y será torpe para aprender. Se apurará cuando debiera ser paciente, o será paciente cuando deba apurarse. Y tontearás con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más, un hombre así puede volverse un guerrero impetuoso, o un payaso. La claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras vivas, pero ya no aprenderá nada ni ansiará nada.

¿Qué hacer para evitar la derrota ante la claridad? Debe desafiarse y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar sobre todo que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad, vera sólo un punto delante de sus ojos.

La claridad nos permite tocar el poder, pero el poder a su vez se convierte en un nuevo enemigo, el más fuerte de todos. De nueva cuenta el camino es desafiarlo, con toda intención. (El hombre de poder o líder) tiene que llegar a darse cuenta de que el poder que aparentemente ha conquistado nov es nunca suyo de verdad. Debe tenerse a raya a todas horas, manejando con tiento y con fe todo lo que ha aprendido. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que todo se domina. Entonces sabrá cómo y cuando usar su poder.

Aprenderá del agua: en ciertos momentos, resistir significa ser destruido, entonces, él se adapta a las circunstancias. Acepta sin protestar que las piedras del camino tracen su rumbo a través de las montañas. En esto reside la fuerza del agua; jamás puede ser quebrada por un martillo ni herida por un cuchillo. La más poderosa espada del mundo es incapaz de dejar una huella sobre su superficie. El agua de un río se adapta al camino más factible, sin olvidad su objetivo: el mar. Frágil en su nacimiento, lentament5e va adquiriendo la fuerza de los otros ríos que encuentra. Y a partir de determinado momento, su poder es total. 

Así, el principal poder nace de su adaptabilidad y del control sobre sí mismo. Esta definición de poder desagradará a muchos líderes actuales. Ignoran el siguiente principio: no se puede ejercer una verdadera autoridad sobre los otros sin ejercerla sobre uno mismo. El poder así entendido, parte de encontrarnos a nosotros mismos, de encontrar nuestra alma, de habernos sumergido en ella. Para dirigir a otros, tenemos que aprender a dirigirnos a nosotros mismos.

Afirma Lao Tse: fama o integridad: ¿Cuál es más importante? Dinero o felicidad ¿Cuál es más valioso? Éxito o fracaso ¿Cuál es más destructivo? ¿Cuál es el verdadero poder?

Desde ésta óptica, el poder no tiene nada que ver con dominar, poseer o controlar a los demás. El hombre de poder o líder no aspira a ocupar posiciones que no le corr4esponden, al olvidar su propósito de servir y su compromiso con el crecimiento personal y de quienes han confiado en él.

Establece una opción fundamental por el bien, la justicia, la paz, la armonías, la creatividad y el crecimiento. Aprende a amarse así mismo, como única manera de amar a los demás, de servirlos. Sabe que el mal, es el olvido de Dios.

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