Su espíritu deberá estar recargado con la suficiente confianza para alcanzar sus propósitos y objetivos. Esta es una de las tareas fundamentales de los dirigentes: tener un objetivo, estar convencido de sus bondades, contar con la capacidad de comunicarlo a sus seguidores y tener y transmitir la fe de lograrlo. Esta fe que aunque sea del tamaño de una semilla de mostaza puede mover montañas, como afirma el evangelio.
Otro ángulo de la fe es la certeza que el hombre de poder o líder, tiene en el talento, formación y actitudes de los miembros de su equipo. El hombre de poder o líder deberá de asegurarse de integrar al equipo requerido para realizar la tarea encomendada seleccionándolo, capacitándolo y asegurándose de que todos conocen y comparten claramente la visión, la misión, los objetivos y reglas.
Deberá también de haber expresado cara a cara, para ponerlo en términos del afamado coach de futbol americano Bill Parcells, lo que espera específicamente de cada uno de sus colaboradores, quienes sabrán sin duda alguna qué sucederá si no se alcanza el objetivo.
En este momento serán importantes las palabras que el hombre de poder o líder emplee con su equipo, pero serán más importantes sus actos. Éstos últimos son los únicos que en verdad pueden generar la confianza necesaria, parea alcanzar metas aparentemente imposibles.
El hombre de poder o líder será respetuoso con sus colaboradores, lo cual no es sinónimo a ser débil y de ser necesario, será claro y fuerte con ellos, afirma Parcells:
Aprendí una fundamental lección acerca del liderazgo: tienes que ser honesto con la gente, brutalmente honesto. Tienes que decirles la verdad acerca de su desempeño, tienes que decírselos una y otra vez. Algunas veces la verdad será dolorosa, y en otras al hablarlo te llevará a una desagradable confrontación.- La única manera de cambiar a la gente es decirles en los términos más claros posibles lo que están haciendo mal. Y si no quieren escuchar, no pertenecerán al equipo. Como se observa no lastimará, respetará, pero sí impulsará a que cada miembro del equipo dé lo mejor de sí. El término respeto procede de la palabra latina respicere, que significa la voluntad o disposición de volver a mirar.
En muchos casos, el hombre de poder o líder, identificas a sus colaboradores aun cuando no están listos para enfrentar los retos que ha visualizado para ellos. Aquél, sabe que tienen madera, recursos que en ocasiones no son identificados por los miembros del equipo y por lo tanto, no tienen consciencia de lo que pueden llegar a ser. La tarea del hombre de poder o líder, es que esos recursos afloren y sean correctamente manejados por sus colaboradores.
El hombre de poder o líder modelará la lealtad que desea recibir de los miembros de su equipo, con la lealtad que él tenga para con ellos. Los grupos perciben la forma en que son apoyados, impulsados y en ocasiones defendidos por sus líderes, y por supuesto las actitudes opuestas. La lealtad y la confianza, requieren de un enorme trabajo cotidiano para ser construidas y sabemos que un solo acto, las puede destruir de forma definitiva.
La autoridad se basa en la actitud de servicio y sacrificio del hombre de poder o líder. Decía la madre Teresa de Calcuta: que se tenga que servir, hasta el dolor. No existe otra forma de ganar verdadero liderazgo en los grupos humanos.
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