jueves, 9 de marzo de 2017

El líder: hombre de poder 6

Primer paso: desarrolla el propósito impecable de ser un hombre de poder, un líder.

Quien no aspire con total certeza a ser guerrero impecable u hombre de conocimiento, no podrá iniciar la travesía. No se arriba a este convencimiento, a este propósito por caminos fáciles: se llega por los senderos peligrosos y destructivos del miedo, la ira, el dolor, la enfermedad, las pérdidas y abandonos; la confusión y la angustia. Se puede afirmar que es el camino del sanador herido como lo señala Alberto Villoldo: sanando mis propias heridas del alma, aprendí a amarme a mí mismo y a amara a los demás. Aprendí a transformar el dolor, la pena, la ira y la vergüenza que habitaban en mi interior en fuentes de fortaleza y compasión. Pude sentir el dolor de la otra persona porque sabía lo que era el dolor ...todos quienes se embarcan en un viaje de autosanación deben transformar sus heridas del alma, en fuentes de poder y energía. Si alguien aspira a dirigir a los demás, debe de pasar por este tránsito y como se verá adelante, ir humildemente partiendo del conocimiento de sí mismo y de enfrentar sus propias carencias, transformándolas en virtudes. Los jesuitas haciendo referencia a otra forma de explicar lo mismo, señalan que en la llaga está la virtud. Un líder no puede ser empático con los demás, si no ha realizado un profundo proceso para entenderse a sí mismo. Un verdadero hombre de poder, un líder, no asume su propósito de iniciar el camino, sino a partir de las carencias, de las cicatrices.

En la intimidad del consultorio, o asesorando instituciones y empresas, me encuentro con un sinnúmero de casos de vida, en donde los protagonistas experimentan por distintas razones, las confusiones más terribles, así como dolores físicos y de alma extremos. Sus corazones albergan ira, odio, temor, angustia, al tiempo de que carecen de propósito vital, de sentido de vida, para ponerlo en los términos de Víktor E. Frankl, quien tras su experiencia al haber sobrevivido en varios campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, escribió: en última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo... dichas tareas y dichas respuestas, constituyen el significado de la vida.  

Enfrentar al primer Tezcatlipoca es ver de frente al juez, a la noche, al espejo negro humeante en donde el Macehual busca sus verdaderos rostros y enfrenta a su parte sombra y su dolor, indagando respuestas de vida. Muchos eligen quedarse en la oscuridad, en las tinieblas. Otros pocos, toman fuerza de la flaqueza y con enorme coraje aprovechan la oportunidad vital que el dolor y la confusión les plantea, para comenzar una búsqueda personal y así, autosanarse y encontrar sentido a sus vidas. El primer paso es construir un propósito impecable: no es una intención frágil y momentánea ni un buen deseo. Es necesario que toquemos la más profunda soledad, la mayor confusión y el más aterrante temor, para que nuestros niveles de angustia estén en tal punto, que asumamos la urgencia de cambiar y de iniciar una exploración que de entrada, no tendrá recompensas rápidas ni finales glamorosos. A diferencia del camino que recorren algunos líderes actuales, no promete necesariamente ni riquezas ni estatus, para quien lo inicia.

Muchos de los líderes que actualmente dirigen nuestra sociedad, no han cubierto esta asignatura indispensable denominada la negra noche del alma. No saben en carne propia lo que es el sufrimiento por lo que no conocen la compasión; no saben lo que es la humildad para pedir ayuda, por lo que es difícil que sepan cómo ayudar y cómo dejarse ayudar. Muchos han tenido vidas cómodas que no les han exigido enfrentarse a sí mismos. Otros, por el contrario, han sufrido en carne propia la pobreza, el hambre y las injusticias, pero su propósito  no fue impecable, y terminan como líderes que repiten ven activo, lo que sufrieron en pasivo: buscan la riqueza realizando injusticias o son tremendamente incongruentes, por sólo señalar algunos ejemplos.

Continuará...

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