Cuando alguien decide luchar contra sus propios fantasmas y miedos, y asu7me que ésta batalla es apenas el inicio de una disputa que le exige la vida toda, puede ir poco a poco construyendo su propósito y su sentido de vida.
Iniciar el camino para ser hombre de poder o líder, implica saber que el sentido vital, el propósito, parte de entender que la única salida para autosanarse es sanando a los demás, la única manera de dirigir a los demás es dirigirse a sí mismo. Este concepto no se limita al cuerpo físico individual; se extiende a la familia y a las organizaciones, empresas e instituciones donde participa. Se descubre entonces, que el sentido de vida, el propósito, es un viaje acompañado de una voluntad de cambio que se construye día a día, enfrentando los obstáculos centímetro a centímetro. Por eso ésta búsqueda debe ser impecable, porque a pesar de las dudas, de los fracasos, de los obstáculos; la perseverancia en el propósito es lo único que cuenta.
Este propósito se convierte en una visión: el Macehual, comienza a concebirse sano, congruente, líder sirviendo a su comunidad, poniendo sus dones al servicio de los demás: comienza a ver el mundo no como es, sino como debería ser. Se observa la importancia de este concepto en el siguiente ejemplo: vea a un anciano sin sentido vital, llevando una vida sin propósito y que espera arrinconado la muerte. Distinga en sentido contrario, a algunos ancianos que tienen una clara visión de sí mismos y se saben sanos, congruentes y servidores de sus comunidades. Ellos han llenado de sentido vital sus vidas y a su manera y a su forma, continúan sirviendo desde diferentes trincheras. Unos colaboran haciendo o interpretando música, otros más orando con los enfermos o como sucede en China, cuidando a los recién nacidos. Lo dicho para nuestros ancianos aplica para todas las etapas vitales.
Cuando existe el propósito, el sentido de vida, hay rumbo y camino. Cuando sabemos a dónde queremos ir nuestra energía se canaliza y no se desperdicia.
Castañeda agrega al respecto un concepto enriquecedor: existen muchos caminos, muchos propósitos, muchos sentidos, pero muy pocos tienen corazón. Hay una pregunta que un guerrero tiene que hacerse obligatoriamente: ¿Tiene corazón ese camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. (Si el propósito elegido tiene corazón), uno hace gozoso el viaje, mientras lo sigues eres uno con el. Cualquier otro propósito te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte, el otro te debilita. El propósito impecable, el sentido de vida que elija un líder, debe de tener almas, corazón. Debe ser significativo para quien lo adopta y reflejarse en su comunidad.
Segundo paso: Enfrenta los miedos y obstáculos para aprender.
Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo, Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla. Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡El miedo! Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hombre aterrado en su pr3esencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda.
¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo?, preguntaba el aprendiz a su preceptor. Nada le pasa, sólo que jamás aprenderá.
Continuará...
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