Desde los orígenes de nuestra especie, alcanzar el poder, tenerlo y retenerlo, es una de las más grandes aspiraciones, en la que muchos seres humanos han invertido e invierten sus vidas. Seguir el rastro de los líderes que han arriesgado todo por el poder a lo largo de los siglos, es una forma de entender la historia, geografía, economía y la sociedad: sus conflictos, sus guerras y sin duda, también sus avances. Muchos poderosos han trascendido su momento vital y han pasado a la posteridad a partir de la forma en que emplearon, lo que define el diccionario, como autoridad, dominio o imperio de las cosas. De hecho, las luchas políticas en las democracias van encaminadas a obtener el poder a partir del voto popular, más allá de que sea una forma de servir o no a los votantes.
Actualmente., no se puede entender a un líder sin poder.
Desgraciadamente esta visión en más casos de los deseables está desligada de la ética, del servicio y de la responsabilidad social y se centra en la obtención de privilegios que van desde lo económico hasta lo social. Muchos de quienes ejercen o han ejercido el poder, lo hacen como mecanismos internos de compensación, dadas las carencias vividas en su infancia, lo que da por resultado que el poder se ejerza de maneras ventajosa e individualista usando de forma abierta o soterrada a los demás. Basta abrir los periódicos, para encontrar múltiples casos que avalan lo anterior.
Afortunadamente, esta forma de vivir el liderazgo y ejercer el poder, no es de todos los humanos. Un grupo étnico que vivió desde el siglo X en lo que ahora es conocida como la nación mexicana y que junto con los teotihuacanos alcanzó los niveles tecnológicos y espirituales más altos de las culturas prehispánicas, tenía una visión diferente de lo que es ser líder u hombre de poder. Me refiero a los toltecas, quienes llegaron a influir hasta en los mayas asentados en Chichén Itzá, ven la actual península de Yucatán. Los antropólogos han definido a los toltecas como una nación o una raza, pero de hecho eran una sociedad formada para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados. Formaron una comunidad de maestros y estudiantes en Teotihuacán.
Los Toltecas (del náhualt toltecah que significa maestro, artista y constructor), tenían una concepción totalmente distinta de lo que es un hombre de poder, un líder. Consideraban que su principal función social, era servir a sus comunidades. Para ello, como lo menciona algún autor, invertían la vida toda en desarrollar la voluntad y fortaleza de su vocación de servicio hacia sus propias comunidades y hacia los demás, sin pedir nada a cambio. De hecho, los herederos de estas tradiciones entre algunos pueblos indígenas de México, los llamados toltecas sobrevivientes, no suelen cobrar por su trabajo y ven ocasiones son los más pobres entre los pobres.
Continuará...
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