A los conceptos anteriores, se añaden los siguientes:
a) El creciente impacto negativo y amplia trascendencia de las corporaciones globales en todos los aspe3ctos de la vida social y en el ambiente, ha sido el catalizador en el surgimiento de una diversidad de partes interesadas, que exigen una rendición de cuentas sobre el impacto de la actividad corporativa en la vida del planeta.
b) En la democracia, las empresas no pueden ignorar a las sociedades en ninguna de las esferas donde interactúan. Esto es porque están formadas y gestionadas por individuos de la sociedad, porque su razón de ser -la acumulación de capital- sólo es posible debido a la existencia de estas sociedades que constituyen sus mercados, y especialmente, porque sus actividades tienen un impacto multidimensional en las sociedad y en su hábitat.
c) El rasgo más distintivo del concepto de Responsabilidad Social Empresarial -que cada empresa privada tienen una diversidad de partes interesadas-, contrasta ampliamente con la posición tradicional del sector privado de considerar a los accionistas como su única parte interesada.
d) En la responsabilidad social empresarial, las partes interesadas representan a los diferentes grupos de interés de la sociedad, los actores, donde las corporaciones operan, sean trabajadores, consumidores, ONGs de la justicias social, ambientalistas, grupos indígenas y otros, todos con un derecho legítimo para exigir conductas corporativas socialmente responsables.
e) Un concepto incuestionable de la responsabilidad social empresarial (o corporativa como también se le ha denominado), es la aceptación y el cumplimiento de las leyes y normas de los lugares en donde actúan las empresas, subrayando el compromiso con las normas ambientalistas. Pero se extiende el concepto a la atención de sus colaboradores y de sus condiciones de trabajo. El objetivo es que las acciones que realizan las empresas tengan un impacto positivo en los contextos en donde interactúan.
Es cosa cierta que la responsabilidad social está de moda. En 35 años, el cambio de mentalidad es notable. En los años 70, se podía darle el Nobel de Economía a un Milton Friedman que proclamaba que la única responsabilidad de la empresa es la de maximizar la rentabilidad de sus accionistas. Hoy en día, cuatro de cada cinco empresarios alrededor del mundo piensa que la empresa tiene una responsabilidad social adicional, a la de producir ganancias.
No en todo el mundo se interpreta la responsabilidad social empresarial (RSE) del mismo modo: los británicos tienden a percibirla como una herramienta de competitividad y rentabilidad. En Alemania, el enfoque es centrado en la comunidad y la ciudadanía corporativa, mientras que los franceses desconfían de ella y la perciben como una manipulación de la opinión pública. En Estados Unidos, parece ser la buena reputación de la empresa el motor de la RSE. En nuestra América Latina, todavía dominas un enfoque de buena conducta católica y se interpreta la responsabilidad social en términos de benevolencia volu7ntaria y caritativa: lo dice la CEPAL, el vínculo tradicionalmente reconocido como la primera relación entre la empresa y la sociedad es la filantropía. Concretamente en México, se han dado pasos, por demás modestos y liderados por grandes empresas privadas.
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