Nuestros líderes actuales: El síndrome del chingón.
Este país ha vivido eternamente en la miseria. Desde siempre, una masa de chingados y encima nosotros: una minoría de chingones. Y créeme, si queremos que siga todo así, hay que hacerles creer a los jodidos que aunque estén jodidos son más felices que tu o yo.
Quienes nacimos en alguna fecha durante los últimos 50 años del siglo pasado, hemos vivido reiteradas crisis. Desde constantes problemas económicos (devaluaciones, errores de diciembre, bajos crecimientos, pocas oportunidades laborales, etc.), hasta enormes catástrofes naturales (temblores, inundaciones...), pasando por la zozobra de la inseguridad creciente. Hemos visto desfilar cualquier cantidad de líderes y pocos o ninguno han estado a la altura de sus responsabilidades sociales y humanas. Ya se planteó antes el diagnóstico que realiza Carlos Machorro sobre el principal problema que México enfrenta (al igual que muchos de los países emergentes del mundo): la ausencia de líderes en toda la extensión de la palabra. Por supuesto existen personas que por diversas razones, se encuentran al frente de proyectos o instituciones lo que no necesariamente los hace líderes.
Las características profundas de quienes ostentan actividades de dirección en México, se encuentran ligadas a patrones socio-sicológicos profundos y reveladores que integran lo que se ha llamado la mexicanidad o la cultura mexicana. Estos antecedentes fueron tratados profundamente tanto por Samuel Ramos ben su clásico el perfil del hombre y la cultura en México, como Octavio Paz en su indispensable laberinto de la soledad.
Ramos señala que la mexicanidad se expresa en las formas de vida -lo que ves la cultura mexicana-. Aquellas se moldean a partir de sus circunstancias -circum-stantia, las cosas mundanas que están a nuestro próximo derredor-. Para ello debemos de conocer y analizar el alma mexicana. el michoacano nacido en 1897, señala que la cultura de México es der4ivada porque se ha alimentado durante gran parte de su historia de la europea, ya que la indígena fue destruida totalmente. Los mexicanos no hemos sido nosotros mismos -con las respectivas cualidades y defectos-, sino que nos hemos ocultado bajo la imitación de lo extranjero -para crear una apariencia de cultura-, lo que no es más que un mecanismo sicológico de defensa ante nuestra realidad. Este confrontante hecho nos ha llevado a autodenigrarnos y a desarrollar un profundo sentido de inferioridad, lo que nos ubica en una existencia ficticia que se distingue por ciertos rasgones negativos como la pedantería y el machismo: es decir, los rasgos del chingón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario