Vamos a ver por qué aparecen las erratas. Se me ocurren cuatro buenas razones:
* Descuido o falta de atención, poco interés, etc. A pesar de contar con una buena planificación o incluso con un buen texto de partida, el trabajo se puede echar a perder si los profesionales que intervienen lo descuidan.
* Desconocimiento sobre problemas de ortografía, sintaxis, tipografías, léxico, normas propias del cliente... El corrector debe estar al día de toda la normativa general y específica, tanto de la utilizada en los procesos comunes de edición, como de loa particular que siga su cliente. Si el corrector duda, debe resolver su problema recurriendo a fuentes bibliográficas especializadas, como las que aparecen en el apéndice final de algún libro. También puede ocurrir que detectes que tanto el autor como alguno de los profesionales que intervienen en el proceso desconocen una regla determinada, por lo que cometerán el mismo error cada vez que vaya a darse ese caso. En una ocasión, un autor y un editor, ambos españoles, prepararon un libro que también se pretendía promocionar en Buenos Aires. No sabían que palabras como currar, coger, pija y otras tienen un significado muy distinto en Argentina.
* Falta de rigor o de planificación del orden de la obra, de los esquemas, de los contenidos, de los títulos o unas normas de estilo poco concretas. Un libro que no ha sido planeado con el suficiente detenimiento y al que no se le ha dedicado ningún cuidado tipográfico puede dar la sensación de confusión en su estructura. En muchos casos es al corrector a quien --¡llegados ya a la fase de corrección!-- se le encarga establecer esta unidad en el texto, lo que supone una responsabilidad mayor y un esfuerzo extra en su trabajo.
* Falta de comunicación, una cuestión vital que, desafortunadamente, se suele dejar en segundo plano. Si no existe un diálogo fluido entre los profesionales por cuyas manos va a pasar el texto, es posible que el trabajo de unos se vea trastocado por el trabajo de otros que, sin ninguna voluntad de cambiar la labor de los anteriores puede que hayan entendido las cosas de distinta manera. Por ello, es importante que todas las personas implicadas en la edición sigan unos criterios comunes (definidos en la guía de las normas de estilo) y mantengan vivos unos canales de comunicación establecidos de común acuerdo.
¿Quién quiere una tipología de erratas?
¡Marchando una! Te servirá para saber que en las pruebas que vamos a corregir podrás encontrarte con cierta regularidad o causas precisas en las erratas. Esto significa que ya podemos ir centrando parte de nuestra atención en algunos errores que sabemos de antemano dónde y cómo se van a producir.
Por ejemplo, si sabemos que un libro se está editando con prisas, podremos deducir que habrá mayor cantidad de errores por descuido o prisas; si observamos que ciertos errores ortográficos o gramaticales (en el uso de la tilde, por ejemplo) se repiten con cierta frecuencia, sabremos a qué elementos de la redacción de la obras debemos dedicar más atención, probablemente porque el autor o el editor no conocen a fondo la normativa o la última regularización de la RAE; o si vemos que se ha realizado una numeración irregular en los epígrafes, lo tendremos en cuenta como un hito especial para prestarle aún más atención a lo largo de la obra. Pero ¡cuidado!, no permitas que estos detalles te distraigan y acaparen tu atención. A menudo el corrector novel se centra solo en descubrir los errores que ha previsto encontrar, por lo que podría descuidar las erratas comunes, que siempre son imprevisibles.
Por otra parte, esta clasificación también te sirve para que detectes cuáles son las destrezas de corrección que dominas, pero sobre todo para que descubras en cuáles flaqueas. De este modo podrás solucionar cuanto antes aquellas dudas que te impiden corregir con criterios sólidos. No olvides que en todas las correcciones que realices siempre podrá quedar alguna errata; esto es algo conocido y asumido por todos. Sin embargo, si después de haber concluido tu corrección --con una perfecta unificación y numeración de epígrafes, así como un uso excelente de las tildes--, alguien supervisa tu trabajo y detecta que no has marcado letras o palabras repetidas, tu esfuerzo no habrá valido la pena. Por eso recuerda que siempre debes leer meticulosa y pausadamente.
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