miércoles, 17 de enero de 2018

Quién quiere a los correctores.

Esta es una buena noticia: hay procesos de edición en los sitios más insospechados. Y no hablo solo de editoriales, revistas, publicaciones y el mundo de las artes gráficas: aquí edita todo quisque. ¿]Te has leído el manual de tu ordenador? ¿NO? Lógico: ni eso ni el de la lavadora, batidora, DVD, etc. Y no lo harás hasta que busques en sus páginas una respuesta para resolver un problema que ya no tendrá solución. Ese manual, redactado, traducido a diez idiomas --con mayor o menor éxito--, maquetado, corregido y convertido a PDF o impreso, está editado por una empresa de ordenadores, lavadoras o batidoras, no por una editorial. Necesitan a profesionales como tú.

¿Y los departamentos de comunicación, de publicidad y de imagen de grandes corporaciones? Te están buscando: no quieren que su imagen se resquebraje a golpe de tuits porque a nadie se le ocurrió revisar el texto de la última campaña (cine X 1E [querían decir  cine X a 1 euro o cine por un euro?]; que no haya bromas en el balance anual del banco (somos los líderes de los créditos personales]); o que se siga respetando a una fundación sinónimo de lucro (sin ánimo de lucro).

Nadie quiere poner en riesgo su imagen escrita, pero ¿a quién recurren? Antes vimos que hay conversos, talibanes y mucho valiente que se echa al ruedo de la corrección sin un capote decente, o simplemente, a alguien que pillaron leyendo en la oficina y por eso le cae encima la tarea de revisar cualquier texto. No es fácil encontrar un corrector, y no porque no haya, sino porque con ese nombre nadie nos busca. Los publicistas, los grandes blogueros y comunicadores, los que editan sin saber que editan con riesgo para su imagen y otros tantos te están buscando. Vamos a darles alguna pista para que te descubran.

No me corrijas, solo asesórame
Fuera del mundo editorial y de las artes gráficas, pocas personas saben qué es un corrector. En el mundo del estilismo, y hablo de maquillaje, se sabe de sobra lo que es un corrector y para qué sirve; no son especialmente caros. (Si no sabes de lo que hablo, es indudable que eres un hombre. Déjalo, no lo vas a entender).

Mas allá no existen los correctores. Si te presentas como tal, con ese nombre, probablemente no solo  no consigas clientes, sino que tratarán de evitarte, por mucho que necesiten tus servicios. Los correctores tenemos un nombre controvertido. Controvertido es una palabra suave para que no se irriten los más puristas, porque probablemente el peor problema de nuestro trabajo es el nombre que tenemos. [En la receta 108 te conté esto mismo refiriéndome a los proctólogos; tienen un nombre muy técnico que camufla perfectamente lo que hacen. Podríamos decir que han tenido mucho tacto.]

En nuestro caso, corregir implica que alguien se ha equivocado (empezamos mal) y tú lo vas a enderezar (peor aún). Mentar a un corrector es tocar el orgullo propio sin profilaxis: es reconocer que hay y que va a haber errores. Mal asunto y mal negocio.

Por eso recomiendo asesor. Es una palabra neutra; no menciona los errores: nadie se ha equivocado. Solo los grandes profesionales tienen sus asesores: asesores fiscales, de imagen, de estilo. Tener un asesor (además, con este verbo: tener) implica mantener una relación profesional de altos vuelos, como una duquesa, un actor, una ministra. Por este motivo se relaciona la palabra asesor a un trabajo muy especializado, alguien a quien confiar tu situación para que te dé una solución discreta y una factura no tan discreta.

Como asesor lingüístico podrás trabajar como siempre, con todas tus habilidades de corrector, pero con la diferencia de que te contarán con confianza sus errores: aquí nadie tiene ni idea del asunto este de los malditos acentos y no podemos permitirnos hacer el ridículo ante los clientes. Tu opinión, tu tiempo y tu remuneración serán recompensados como jamás soñaste cuando solo eras corrector. Disfruta de tu lado Dr. Corrector y Mr. Asesor. Pruébalo. Busca nuevos clientes. Diseña tu nueva tarjeta de presentación como asesor lingüístico. Date glamour y créetelo, porque aunque a veces te cueste creértelo, como asesor o corre3ctor, siempre has sido y serás un experto en lenguaje y edición, y en como dar la solución más adecuada en cada contexto. 

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