ALGUNAS MODALIDADES DEL LADRÓN.
El robo representa una
actitud, una conducta particular del sujeto con referencia a la propiedad
ajena, a los bienes del otro.
¿Qué busca el ladrón
realmente en su conducta?
En una primera
consideración puede ser estimada su acción como una conducta utilitaria, debido
a que se trata de objetos que tienen valor de venta, o de algo que sirve para
satisfacer sus necesidades; pero esta finalidad utilitaria aparece en el
análisis sicológico como cobertura de motivaciones más difíciles de captar.
El hurto. La
sustracción de la propiedad ajena sin violencia ni intimidación, puede
considerarse como el delito típico de la gente pobre, principalmente de los
adolescentes.
Existen diversos modos
de cometer hurto, en la escala observamos desde los más simples hasta los más
audaces y raros (tener preferencia por determinados objetos)
Suele encontrarse en
este individuo un deseo disimulado de seguridad, falta de lazos afectivos (a
excepción de su relación con los miembros de la banda, cuando es parte de una).
Todos estos factores los impulsan a veces a interesarse por los bienes ajenos,
considerados como objetos a poseer, más que como un medio de satisfacer
necesidades materiales.
Hay casos, en los que
el afán de seguridad puede conducir a robos habituales, que presentan las
características de asegurar imaginariamente, incluso a veces místicamente, una
tendencia particular a poseer un capital. Es decir, que el hecho de acumular
dinero no tiene solamente una motivación utilitaria (dinero, medios para
procurarse satisfacciones materiales, etc.), sino que significa en ciertos
ladrones la vivencia de poseer objetos.
Este interés excesivo
por los objetos que satisfacen en los ladrones su deseo de posesión y de
seguridad se manifiesta constantemente en los ladrones habituales.
El robo. Difiere del
hurto debido a que el sujeto actúa con fuerza en los objetos y medios, o
también con violencia física en las personas, sea que la violencia tenga lugar
antes del robo para facilitarlo en el acto de someterlo o después de cometido
para procurar impunidad.
Así como la conducta
del hurto, el robo presenta múltiples formas de ejecución, por el lugar, modo,
instrumentos utilizados, participación, etc. Los más frecuentes son los robos
cometidos en almacenes, bancos, locales de negocios y los robos de automóviles.
En los hurtos y robos
de automóviles hay que distinguir: los préstamos, es decir, la sustracción,
cuyo fin es tenerlo por un tiempo determinado para poder ejecutar otro delito,
por lo común un robo (este delito lo prepara y realiza generalmente, una banda
especializada) el robo para realizar un viaje. (Esta conducta es realizada por
lo común por un adolescente), quien busca el automóvil como un medio para
fugarse de su ambiente social, el automóvil significa su independencias y
finalmente el robo, después del cual el vehículo es siempre desarmado y
vendidas sus piezas; generalmente lo realiza un grupo organizado para tal fin.
Asimismo hemos
observado que muchos ladrones se especializan en determinados objetos, por
ejemplo: el hurto de ropas, neumáticos de automóviles, alimentos, etc. El
análisis de estas conductas delictivas debe relacionarse siempre a los procesos
que sufre el individuo desde su fecundación hasta su plenitud y madurez, es decir,
por algo este individuo que presenta determinados rasgos, roba, por ejemplo:
radios, es que el robo de determinados objetos posee para ese sujeto un significado
especial. Este significado solamente puede ser conocido a través de la historia
del individuo.
El carterista. Se
destaca especialmente dentro de los ladrones profesionales; raras veces trabaja
solo, más bien forma parte de un grupo. Tiene, como dicen los expertos, la
técnica más depurada, el campo de trabajo del carterista son las grandes aglomeraciones
humanas. Por lo común hurta carteras, pero también sustrae relojes de mano. A
veces se hace una distinción entre el carterista habitual y el que actúa en
bandas en las que domina una rigurosa disciplina y cuyas empresas son
preparadas cuidadosamente. La mayoría de los carteristas son hombres, las
mujeres intervienen solamente como colaboración con los carteristas, y solo en
raros casos en el tomar las cosas. Frecuentemente sirven, sin embargo, de cebo
o señuelo para distraer la atención de la víctima. Sobretodo cuando son
atractivas.
La tendencia predatoria
está sensibilizada por la particular actitud y sobre todo por la fisonomía de
la víctima, lo que suscita en el carterista la impresión de que se trata de un
sujeto particularmente idóneo para ser robado.
En el estudio de las
historias clínicas de los delincuentes sentenciados por hurto-robo, se observa
que se caracterizan por haber tenido una infancia desfavorable para el
desarrollo de una personalidad sana, inadecuado control familiar, debido a la
falta de uno de sus padres o al abandono familiar de que fue objeto,
frustraciones a sus necesidades internas por la carencia de una adecuada
protección y también frustraciones a sus necesidades externas, es decir, falta
de vivienda, ropa, cuidados, posibilidades de instrucción, de aprendizaje de un
oficio. Estas situaciones llevan al niño y al adolescente a realizar conductas
rebeldes hacia la familia, la escuela, la sociedad.
Son personalidades
inestables, inmaduras, siendo sus aspectos más acentuados: su escaso sentido de
responsabilidad y sobre todo una gran rebeldía hacia las normas sociales,
tienen mínimos sentimientos de culpa por sus delitos, no tienen remordimientos
por sus actos y conducta asociales.
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