El siguiente alto de sir Grimlet fue en la tierra de Saomi, que también había sido molestado por un dragón. Cuando llegó allí, la bestia estaba frenética y los soldados intentaban desesperadamente alejarlo. El rey se sintió aliviado al ver a sir Grimlet, pero éste último parecía no tener prisa alguna para matar al dragón, en su lugar, galopó calmadamente hacia donde estaba el rey.
Quiero estudiar todos sus libros de leyes para ver si hay alguna ley que impida mi trabajo o lo considere inválido. Si no existen tales leyes, quiero que firme este contrato que describe expresamente los términos y condiciones de mi compromiso y que me absuelve de toda consecuencia. Y quiero la mitad de mi recompensa por adelantado, dijo sir Grimlet con toda la seriedad de la que pudo hacer acopio.
¡Pero señor... el dragón! protestó el rey sorprendido.
Que todo Saomi se incendie en las llamas del dragón... no me importa. Primero, ¿Dónde están las reglas? ...
Una discusión.
El dogmatismo y la burocracia son los más grandes asesinos de ideas y la acción, observó Ana. Genera la dilación y la parálisis por análisis, en lugar de la apreciación por cualquier acción completada por la gente. Uno no puede permitir que las políticas paralicen la operación.
Estoy totalmente de acuer4do contigo Ana, dijo Ricardo. Una empresa es acción -un prejuicio para la acción es lo que a menudo separa a una compañía exitosa de una fracasada. Por lo tanto, no puede darse el lujo de casarse con políticas y procedimientos que no son relevantes. A menudo me he encontrado con empresas con políticas ridículamente restrictivas que evitaban que aprovechasen una gran oportunidad de negocios. En toda compañía uno se encuentras con procedimientícratas como la reina, a los que no les importa qué es lo que se está haciendo, sino cómo se está haciendo, y que matan la iniciativa y acaban con el entusiasmo en el proceso. Es por eso que alguien dijo que hasta las políticas necesitan de una fecha de caducidad.
Cierto, tales reglas absurdas surgen de vez en cuando; en ocasiones son tan ridículas que uno se pregunta cómo pudo alguien pensar en ellas, dijo Alejandro. Uno no debe crear una cultura que premie la conformidad sin discernimiento y deja detrás los anacronismos. Y SEMCO es una empresa que cree apasionadamente en esto. Un empleado nuevo que se une a ella recibe un folleto de veintiocho páginas titulado Manual de supervivencia que tiene un montón de caricaturas y pocas palabras. Estas son las únicas reglas escritas. El mensaje básico es usa tu propio sentido común.
Las reglas son una virtud, pero no la única virtud. Las personas son más importantes. Y en ocasiones, para tener éxito es necesario romper todas las reglas del libro, concluyó Alejandro.
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