miércoles, 5 de octubre de 2016

La fortaleza. Parte 2

¡Su majestad, han asesinado a todos sus hijos! gimió el soldado.

Hicieron falta unos minutos para que el emperador absorbiera las impactantes noticias, y luego su somnolencia desapareció en un instante y6 estuvo listo para la acción.

¡Tráeme mi espada! ordenó.

Para el momento en el que el soldado dio la vuelta para ir por el armas, los enemigos habían forzado su entrada a la habitación. Sus espadas chorreaban sangre.

¡Ahora podrás unirte a tus hijos! los escuchó decir desdeñosamente mientras lo atravesaban con sus espadas. Esas fueron las últimas palabras que escuchó el emperador en su vida.

Los Astor fueron tomados totalmente por sorpresa. Estaban viendo cañones por primera vez y quedaron sorprendidos por su poder destructivo. Corrieron por sus armas; hasta se habían olvidado de dónde las tenían guardadas. Sus espadas habían juntado óxido y telarañas y sus mentes habían olvidado el arte de la guerra. Habían sido guerreros invencibles una vez, pero ese día no fueron rivales para sus enemigos y todos fueron asesinados o esclavizados.

Antes de irse, los enemigos arrasaron la ciudad y la fortaleza y las dejaron en escombros con los disparos de los cañones.

Una discusión.

La complacencia es el mayor asesino de las corporaciones, dijo Ana. Las historia empresarial está llena de las grandes caídas de las organizaciones poderosas, alguna vez consideradas infalibles, que se derrumban ignominiosamente de sus glorias anteriores. El éxito del pasado es pasado.

Hasta el momento en el que construyeron la fortaleza, continúo Ana, los Astor merodeaban y ganaban batallas. Es como estar en el camino de sustentar la innovación. Una vez que uno se detiene, la caída es inevitable. Como señala Jack Welch, no hay una victoria final en la nueva economía, sólo existe el tener la fuerza para pelear un día más.

Añadiría que la parábola también señala la inevitabilidad de la decadencia de las estrategias, dijo Ricardo. Vivimos en un entorno tan turbulento que el desafío más grande al que se enfrenta una organización no es al de sustentar la innovación, sino a cómo poder anticiparse y adaptarse a la innovación disruptiva que simplemente destruye todos los modelos comerciales existentes. En el caso de los Astor, ellos ignoraban felizmente que el ariete y las armas que conocían habían sido reemplazadas por cañones, y aún así el emperador intenta no escuchar el sonido de los cañones.

Pero Ricardo, preguntó Ana, ¿cómo puede la innovación disruptiva tener lugar dentro de una estructura existente?

No, no puede tener lugar dentro de una estructura existente, respondió Ricardo. Es por eso que es necesario ignorar continuamente las estructuras existentes a fin de permitir que entren los nuevos negocios. Creo que la innovación disruptiva puede darse sólo afuera de una estructura existente. Así que es necesario sacar a las mentes más brillantes de ésta y dejarlas sueltas. ¿Qué opinas tu, Alejandro?

Pienso que la investigación de Michael L. Tushman, profesor de administración en Harvard Business School es muy relevante, dijo Alejandro. Está a favor de la creación de una organización ambidiestra, en la que se permita que coexistan dos unidades, una que se enfoque en la innovación incremental, mientras que la otra se concentre en la innovación disruptiva. Se les permite tener sus procesos y culturas propios y únicos, pero hay una fuerte coordinación e integración en la alta gerencia. Un ejemplo de cesto es el USA today, en el que tres empresas -los periódicos, la televisión y la web pueden funcionar independientemente, pero las direcciones de ellas se reúnen todos los días para discutir las sinergias y resolver las diferencias.

Esta parábiola se trata de la complacencia. A menbudo subestimamos la complejidad del mundo que nhos rodea. Creemos que nuestras vidas continuarán para siempre y que nada nos detendrá. Así que construimos paredes a nuestro alrededor -muros de autoengaño y vivimos y funcionamos en términos de las necesidades y deseos que nos incumben, como si viviésemos en una fortaleza segura. No hacemos ningún esfuerzo, y un día nuestras paredes son derrumbadas por fuerzas disruptivas que nunca esperamos, como el 11 de septiembre y el SARS. Así pienso que sólo el paranoico, el proactivo y el flexible sobrevivirán, concluyó Alejandro.

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