viernes, 20 de abril de 2018

##### []....

Los e3spacios entre renglón cumplen un par de funciones estéticas muy importantes. Por un lado, modifican el color de la mancha tipográfica, así que, en la medida en que el espacio se agranda, la mancha se hace más y más clara. Por el otro lado, hacen que el texto pueda parecer un rectángulo compacto, si son delgadas, o una serie de líneas consecutivas, si son gruesas. Pero las interlíneas también tienen un valor casi diacrítico en tanto que pueden transmitir sensaciones de apretujamiento y angustia, de armonía, de desapego y de frialdad, entre otras. De hecho, si usted ha decidido confesar a su  pareja algunos actos de concupiscencia, le recomiendo que lo haga en  un párrafo con grandes interlíneas, y no en un desventajoso conjunto apretado de renglones.

A menudo, la interlínea se usa como recurso para ajustar la extensión de un texto. Por ejemplo, si en la composición de un libro han salido tres o cuatro páginas más que las proyectadas, el maquetador simplemente reduce la interlínea en un punto y ¡listo! Pues bien, hay pocas chambonadas tan desastrosas como esta. En mi perspectiva del diseño editorial, el aspecto visual de la página está muy por encima de la economía (de esa impresión puede depender una parte de las ventas).- Además, el buen diseñador editorial tiene un montón de recursos parea ajustar los textos y ganar o recorrer unas cuantas páginas. Siempre será mejor añadir o quitar unos cuantos renglones, o bien, reducir o aumentar el cuerpo tipográfico y ajustar la interlínea a la  nueva medida.

Si las páginas han de imprimirse por los dos lados, recuerde que el papel casi siempre es un poco traslúcido y que, por lo tanto, los renglones del frente se transparentarán un poco por el reverso. El problema con esto es que, si las líneas de un lado se traslucen en medio de las del otro lado, el efecto de transparencia puede llegar  a ser muy molesto para el lector. La solución es conseguir que todos los renglones sean exactamente del mismo tamaño y que los títulos y blancos intermedios midan uno, dos, tres, cuatro renglones o los que sean, pero siempre en un múltiplo exacto. Una vez logrado esto, vigile la impresión para garantizar la perfecta coincidencia de los renglones.

Imprima hojas de prueba con el tipo, la medida y el cuerpo que ya eligió en los pasos previos. Comience con una composición sin interlinear y vaya aumentando el blanco en un punto o medio punto, consecutivamente. Las interlíneas más comunes van del 10 al 30 %. Otra vez, explaye las impresiones sobre una mesa y elija la que más le guste.

El rectángulo tipográfico
Ponga usted un montón de renglones bien alineados, uno debajo del otro, y tendrás lo que los diseñadores editoriales llamamos un rectángulo tipográfico. Obviamente, la cantidad de líneas determina el número de caracteres por página, así que esta decisión es significativa cuando se trata de administrar la sensación de avanzar. Por fortuna, estamos en una etapa del método aditivo que da lugar a muy pocas complejidades técnicas; aquí las decisiones son emocionales y estéticas.

En el 2008, Greenleaf y Raghubir publicaron un curioso estudio. Habían comparado los formatos de tarjetas de condolencia con los de tarjetas de cumpleaños. Se dieron cuenta de que las persona, para cosas de cierta gravedad, como esas condolencias, prefieren rectángulos dentro de un rango muy estrecho de variaciones, mientras que para los asuntos de juerga están dispuestos a aceptar desviaciones grandes y hasta extremas. Después de estudiar el tema más a fondo, se puede concluir que los formatos más e3xcentricos trivializan los contenidos.

Desde que los libros son más o menos como los conocemos ahora, es decir, desde hace un montón de siglos, los amanuenses e impresores han perseverado con formatos muy regulares, y en nuestros tiempos seguimos haciendo más o menos lo mismo. Quizás se trata de una programación natural, de una especie de reflejo, o, tal vez, de un entrenamiento sicológico constante que ya lleva más de mil quinientos años; de todos modos, cada vez que nos ponemos serios, nuestros rectángulos tipográficos caen dentro de cierto rango. Para quienes entienden de números, digamos que ese rango va, más o menos, de 1:2 a 1:3, es decir, de 1:1.4 a 1:1.732. En la medida en que un rectángulo se aleje de ese intervalo, nos resultará más y más excéntrico. Es posible sacarle algo de jugo a este fenómeno: por ejemplo, podemos usar un rectángulo muy estirado para quitar un poco de circunspección a un mensaje severo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario