martes, 8 de agosto de 2017

3. Escucha y habla desde el corazón, no desde la mente

Escucha lo que te está comunicando tu pareja con un corazón abierto y aceptable. No te apures a responder, justificar o defenderte. En cambio continúa abierto y escucha, sé receptivo, interésate en lo que es, invita al otro a abrirse y compartir más. La mayoría de las personas están tan envueltas en sí mismas que son incapaces de escuchar. Escuchar es una cualidad muy rara, y encontrar una persona que realmente escuche tus palabras es un regalo.

4. Expresa tus necesidades, pide lo que quieres
A menudos nuestras emociones se activan cuando nuestras necesidades no son atendidas. No esperes que tu pareja adivine lo que quieres, lo que necesitas y cuando lo necesitas. Tenemos más oportunidades de recibir lo que necesitamos si lo pedimos claramente. Para muchos de nosotros es un reto reconocer nuestras necesidades, aun en los asuntos más simples, porque el ego y el orgullo pueden interponer fácilmente en el camino de exponer nuestras debilidades, inseguridades y vulnerabilidades.

5. Habla sobre ti y no sobre la otra persona
Si estás hablando acerca de la otra, pregúntate ¿Es asunto mío? Mientras más te mantengas en tus propios asuntos, más fácil será encontrar la felicidad juntos. Evita decir siento que tu... o tu siempre... o tú nunca... .

6. Expresa lo que sientes
No temas que la otra persona te rechace por compartir tus sentimientos más profundos, por ser honesto y verdadero. Cuando los sentimientos son expresados, en su pureza, te comunicas directamente de corazón a corazón y tocas a la otra persona. Usualmente responderán a ese toque abriéndose, no cerrándose. Y tu te sentirás más expandido y ligero, así que el expresar cómo y qué sientes es un riesgo que vale la pena tomar.

7. Habla sobre el momento presente
Habla de lo que sientes en tu cuerpo, tu corazón y tu alma, y no lo que ocurre en tu mente, el parloteo de tus pensamientos. La mayoría de nosotros estamos usualmente ausentes del  momento presente porque estamos ocupados pensando, lo cual implica que raramente estamos involucrados o enraizados con nuestros sentidos en este preciso momento. Cuando hablamos del presente, naturalmente nos referimos al cuerpo, al corazón o al alma como puentes hacia el presente donde podemos descubrir nuestros sentimientos y sensibilidades.

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