Pregunta: dices que el miedo es lo opuesto del amor. ¿Tienes alguna sugerencia práctica de cómo abandonar el miedo?
El amor es existencial; el miedo, sólo la ausencia del amor. Y el problema con cualquier ausencia es que no puedes hacer nada directamente. El miedo es como la oscuridad. ¿Qué puedes hacer directamente con la oscuridad? No puedes dejarla, tirarla, ni invitarla. No hay manera de relacionarse con la oscuridad sin la luz. El camino hacia la oscuridad es vía la luz. Si quieres oscuridad apaga la luz; si no, préndela, pero tendrás que hacer algo con ésta, no con la oscuridad.
Lo mismo es verdad con respecto al amor y al miedo: el amor es luz; el miedo, oscuridad. La persona que se obsesiona con el miedo nunca será capaz de resolver el problema. Es como luchar contra la oscuridad, tarde o temprano vas a cavar exhausto y además vencido. Y el milagro es que ¡has sido vencido por algo que no está ahí en primer lugar! Y cuando uno se siente vencido, ciertamente cree que la oscuridad, el miedo y la ignorancia son tan poderosos como el subconsciente. Y no lo son en absoluto, ya que no existen realmente. Nunca pelees con lo inexistente, ahí es donde todas las religiones antiguas se perdieron, una vez que empiezas a pelear contra lo inexistente ya estás condenado. El pequeño río de tu conciencia se perderá en el desierto de lo inexistente, y éste es infinito.
Por lo tanto, la primer cosa que debes recordar es: no hacer del miedo un problema. El amor es la cuestión. Se puede hacer algo sobre el amor de inmediato, no hay necesidad de esperar o posponer. ¡Empieza a amar! Es un regalo natural que te dio Dios, o la totalidad, o cualquier término que desees. Si has sido criado de una manera religiosa, entonces Dios; si no, el todo, el universo, la existencia.
Recuerda, el amor nació contigo; es una cualidad intrínseca. Todo lo que se necesita es encausarlo, abrir un pasaje para él, para que fluya, para permitirle ser. Todos estamos bloqueándolo, reteniéndolo. Somos tan avaros con el amor por la simple razón de que hemos aprendido algo de economía. Esta está bien en el mundo exterior: si tienes mucho dinero y te la pasas dándole a la gente, pronto serás un mendigo, pronto tendrás que rogar por él. Dando dinero lo pierdes, esta aritmética ha entrado en nuestra sangre, nuestros huesos y nuestra médula. Es verdad, en el mundo exterior no hay nada malo en ello, pero no lo es así en el viaje interior. Ahí la aritmética funciona diferente: mientras más des, más tendrás; mientras menos des, menos tendrás. Si no das para nada, perderás tus cualidades naturales. Se volverán rancias, cerradas; se irán bajo tierra. Al no encontrar expresión se encogerán y morirán.
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