lunes, 21 de agosto de 2017

......

Ahora que soy capaz de hacer una distinción entre sentimientos y emociones, ya no tengo la impresión de estar lastimando a los otros si no los ayudo, fuera de mi viejo hábito de comprometerme. Me siento menos cargada, porque ahora no dejo que otros me usen como basurero de sus tensiones emocionales. Con el ejercicio diario, mi medio ambiente social se vuelve cada vez más claro, he vaciado y soltado emociones como el enojo, la indignación, las quejas y también la euforia. A menudo me veo en otros y trato de actuar diferente y no reaccionar ¡Cada vez tengo más éxito!

Una vez mi pareja duró varios días en una depresión sin que yo fuera afectada y sin que me jalara hacia abajo. Yo estaba de buen humor, él siguió mi consejo bien intencionado de que moviera su cuerpo, pero desafortunadamente no tuvo éxito: no importa cuanto aspire la casa o cuanta agua tome, de todas maneras nada me ayuda, dijo mi pareja en tono rudo. Tan pronto como lo expresó, sentí una presión en mi cabeza y toda la compasión que había tenido se fue. Afortunadamente no reaccioné con un contraataque, pero tuve la noción de que debía abstenerme de dar más consejos, como forma de defensa. Un poco después de que nuestros estados se disolvieron, nos reímos mucho de lo cómico de la situación.

La conciencia permanente de mi estado emocional se ha vuelto una parte diaria de mi pensar, sentir y actuar. Por lo tanto, he tenido la impresión de que hay niveles aún más sutiles que se están abriendo y que es por eso que uno se vuelve más esquivo al reconocer los estados emocionales presentes. Es muy fácil para mí identificar emociones que se derivan de viejos recuerdos dolorosos. Las mayores dificultades son creadas por mi mente, que se vuelve más truculenta y produce emociones sin un detonador externo y sin que me dé cuenta. En los dos años anteriores, he experimentado mucho más relajación y serenidad, encontré una mayor comprensión y estoy muy agradecida por eso. La vida con mi pareja y mis hijos se ha vuelto más amorosa, íntima, simple y sobre todo con más humor. Podemos reírnos de los cambios constantes de nuestros estados internos y bromeamos acerca de las trampas en las que caemos una y otra vez.

7. Confidencia de la experiencia personal de una mujer que regresó
Mientras escuchaba un seminario por primera vez, creí que yo no era una persona emocional, ya que era muy poco probable que peleara con mi esposo. Después de escucharlo, por segunda vez, un año después, tuve que admitir que realmente soy muy emocional, de una manera subliminal, pero casi continua, especialmente con mi esposo. Me di cuenta de esto cuando comprendí el concepto de subliminal o bajo grado de emoción. Como fui criada de una manera muy controladora (mis padres y otros adultos me daban crédito por ser tan equilibrada), siempre traté de evitar conflictos con mi pareja. Tan pronto como me sentía lastimada o anticipaba algún conflicto, me retiraba inmediatamente, lo que se sentía como un congelamiento interno. Siempre que se tocaba una emoción dentro de mí, la reprimía inmediatamente, en lugar de expresarla en forma de discusión o como acusación. Lo reciclaba, por así decirlo. A través de los años, estas emociones recicladas formaron una barrera casi indestructible entre nosotros, que impidió finalmente cualquier sentimientos amoroso. Desde entonces me he abierto más con mi pareja, me he dado cuenta de que soy altamente emocional porque es la primera vez que percibo y permito mis emociones, esto me provoca mucho miedo. Al mismo tiempo, puede ser muy compensador si logro ver que es sólo una emoción. ¡Qué alivio!

No hay comentarios:

Publicar un comentario