Cuando soy invadida por las emociones es un alivio para mí, y también para el otro, el saber que no tienen nada que ver con la situación presente o la persona con la que estoy. Me facilita mucho decir: estoy furiosa, triste, desilusionada y no tiene nada que ver contigo. Con mi esposo, frecuentemente, experimento esta situación. Al decir estoy emocional, la mayor parte de la tensión se disuelve.
En los encuentros sexuales con mi esposo muchas veces soy emocional. Algo acerca de mi día me mantiene ocupada, no soy buena ven dejar ir, o debido va algún incidente me enfrento a una resistencia emocional, por lo tanto no me puedo compromet5er físicamente o sentimentalmente. Al aceptar que estoy emocional, nos relajamos los dos y no se necesita más. Él sabe entonces que no tiene nada que ver con él, empezamos a hablar de lo que me mantiene preocupada y puedo articular mis necesidades, lo que me ayuda a dejar ir las tensiones.
Cuando es la otra persona quien está emocional, es difícil como pareja no dejarse jalar dentro de sus propias emociones, así que los dos reaccionamos finalmente desde la base de nuestros sentimientos lastimados. Practicamos dejar al otro con su experiencia momentánea, no tratar de ayudar, no persuadir, no sentirse responsable. Al estar conectada conmigo misma no reacciono emocionalmente e incluso puedo apoyar al otro en sus emociones. Me mantengo conectada con mi pareja. Si hay emociones fuertes, especialmente de coraje, pena o dolor, es importante que me dé permiso a mí misma para alejarme de la otra persona, para estar callada y clara. Tengo que tomar la decisión de hacer eso conscientemente, sabiendo que es lo mejor para mí y para nosotros. Esto es a menudo difícil para mí, y lo experimento como un acto de voluntad. Tengo la tendencia de engancharme a la situación en lugar de dejarla ir.
En una ocasión que había reprimido fuertemente mis emociones, perdí el control, con coraje y dolor, rompí el asiento del baño. No logré manejar más mis emociones para cambiarlas o soltarlas en una actividad física no peligrosa. El poder y la fuerza de ellas, así como mi pérdida de control me impresionaron mucho. Después de este incidente me volví más consciente, tomé las emociones más seriamente; ahora puedo comprender cómo es que puede haber violencia en las relaciones. A partir de aquel hecho preferimos colgar un costal de boxeo, que ayude a toda la familia a expresar las emociones que estén atoradas.
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