La mente por sí sola puede ser una gran fuente de emociones. Mucha gente se mete tanto en pensamientos obsesivos y preocupantes, que producen estados continuos de ansiedad y sufrimiento. La reincidencia obsesiva en un sujeto o situación puede provocar que una persona se vuelva extremadamente emocional e infeliz. Quizá hayas tenido experiencias en las que te has estado sintiendo satisfecho con tu felicidad cuando súbitamente caes en el recuerdo de un incidente perturbador del pasado. Es probable que tu felicidad ¡se evapore en un instante! O si piensas obsesivamente en algún problema que tienes con alguien, te calientas a punto de ebullición en cuestión de minutos. Tal vez te molestas a ti mismo repetidamente, contando una y otra vez la misma historia o drama a tus amigos. Cada vez que haces esto, estás reciclando las viejas emociones en tu sistema, enojándote o entristeciéndote varias veces, años después del evento. Se vuelve difícil dejar el pasado en el pasado.
Muchos de nosotros nos identificamos con el pasado y las emociones que acarrea, así que también empezamos a definirnos por nuestra infelicidad, lo que nos hace muy difícil pisar en el presente, donde3 la vida está teniendo lugar. En el aquí y el ahora. Algunas personas se la pasan insistiendo en la infelicidad de su niñez que echó a perder sus vidas, pero el hecho es que ahora no se puede hacer nada para cambiar el pasado. Nuestro pasado debe ser aceptado, y lidiado de una manera constructiva. Quejarnos durante los siguientes cincuenta años no va a ayudar en nada a nuestra calidad de vida. El pasado y el futuro siempre envuelven nuestras mentes, nos mantienen envueltos interminablemente en nuestros pensamientos, en algo que no existe en el ahora. A veces, algunas personas pueden parecer adictas a su estado emocional; se piensan a menudo en estados de miedo y duda.
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