martes, 27 de junio de 2017

Sexo convencional como fuente de emoción.

Una significativa fuente adicional de emociones, cuando nos volvemos maduros sexualmente y pasamos a la edad adulta, es el sexo. El sexo convencional  -el tipo de sexo que el 99% de nosotros tenemos- que se basa en el placer y alcanzar el orgasmo, aunque el resultado que se busque sea el de obtener una carga de emoción, lo que adviene, a fin de cuentas, es que una tensión o carga sea depositada dentro del organismo. Más tarde la carga falsa necesita ser descargada o liberada de una manera u otra (para equilibrar el sistema) y eventualmente aparecerá en forma de emociones.

El sexo convencional puede ser descrito de manera más precisa como sexo emocional, término acunado por Barry Long, el maestro espiritual de Australia. Se produce una gran cantidad de tensión en el cuerpo porque la mente habitualmente fuerza el orgasmo en los genitales. La mayoría de la gente no cree que el sexo sea sexo a menos que venga acompañado de un orgasmo. Altos niveles de sensación, excitación y tensión física son producidos para alcanzar el clímax hasta que hay una descarga y se libera placenteramente la tensión hacia abajo en un orgasmo genital.

Los maestros espirituales nos dicen que cuando la energía se mueve por el cuerpo en una descarga descendente, el resultado es la tensión. Por el contrario cuando la energía se mueve ascendentemente, como en la práctica sexual tántrica, el resultado es el silencio, el contento y la dicha. Las tensiones depositadas en el organismo buscan una salida para liberarse. La presión y el enfoque en el orgasmo dejan a la gente un poco cargada emocionalmente y es por eso que es muy común que surja una disputa o crisis doméstica después de hacer el amor. Si realmente se hizo el amor, es muy claro que no debe haber motivo para pelear, porque te sientes enamorado contigo mismo y con la otra persona. Si no hay una pelea con tu pareja es muy probable que tarde o temprano te encuentres inesperadamente molesto por otra cosa y encuentres alguna falta en tu pareja o tus hijos sin motivo alguno. Mucha gente nos ha reportado que al examinar el periodo de tiempo posterior al orgasmo sí han experimentado una sensación de desconexión y soledad.

La experiencia de un hombre al eyacular:
Aproximadamente en el cuarto día del retiro Making Love, sentí dolor en mis genitales junto con un fuerte sentimiento de presión, similar al dolor que había experimentado en el pasado cuando no había eyaculado en un largo periodo de tiempo. Al mismo tiempo debo decir que sentía que los días anteriores mi pareja y yo habíamos hecho el amor de una manera fenomenal, no muy ardientes o excitados como ustedes nos sugirieron. Así que me sentía seguro de no haber estado muy excitado o de no haber reprimido mi eyaculación deliberadamente, lo cual como explicaron, también puede causar dolor en el área de los testículos y la ingle. En el quinto día, mientras hacíamos el amor y estaba dentro de ella, platicamos y acordamos que podía simplemente terminar con el dolor y eyaculé. En ese preciso momento mi pene comenzó a hacerse cada vez más pequeño -algo que nunca me había sucedido- y se salió de su vagina. Ok, le dije. Perder mi erección es seguramente una señal que dice que no debo venirme. El dolor y la presión desaparecieron nuevamente. Al siguiente día tuve un orgasmo sin que yo lo buscara o lo quisiera. El orgasmo es hermoso porque lo estamos experimentando conscientemente. De cualquier manera, sólo después me di cuenta de que súbitamente molestaba a mi amada, la provocaba y le hacía comentarios descarados como es mi costumbre. Ella me dijo que sentía que yo le estaba lanzando mis aguijones y la estaba alejando de mí. La percepción empieza lentamente y me toma un rato darme cuenta de que me sentía solo después de un orgasmo, y separado de mi amada después de haber pasado tantos días hermosos juntos. Por primera vez me es obvio que a menudo soy emocional después de eyacular. De repente se ve tan claro. Aunque la experiencia del orgasmo fuera buena, después yo era levemente emocional. 

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