domingo, 17 de septiembre de 2017

...

Además nos encontramos con topónimos de escritura dudosa, bien sea por cuestiones de acentuación gráfica o por gráficas viciadas procedentes de la transcripción a otras lenguas.


Los problemas relacionados con la traducción de topónimos se nos presentan sobre todo en el segundo grupo y son en su mayor parte producidos por el olvido, la falta de información o la tendencia al extrañamiento, al uso de voces extranjeras.


En cuanto a los problemas de transcripción o transliteración, se dan en el tercer grupo en los nombres de ciudades o países cuyas leguas no usan el alfabeto latino o son lenguas ágrafas.


Los problemas y dudas en cuanto a traducción y transcripción de topónimos también se presentan en los gentilicios aunque no siempre sucede así.


La ONU publica periódicamente una lista de los países pertenecientes a la organización. En esa lista aparecen los nombre de los países en las seis lenguas oficiales de la ONU: Inglés, francés, español, chino, ruso y árabe, y es la lista oficial, pero en ella no se respetan algunos topónimos tradicionales en español. La Oficina de Publicaciones de la Unión Europea incluye una lista de Estados, territorios y monedas en su libro de estilo interinstitucional; en ella sí se tiene en cuenta la forma tradicional en español de los nombres de los países del mundo.


Además, en la última edición de la Ortografía de la lengua española de la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española (diciembre 2010) hay una lista de topónimos y gentilicios en la que se proponen algunas simplificaciones que conviene tener en cuenta.


Surgieron una gran cantidad de dudas toponímicas y de gentilicios con la desmembración de la Unión Soviética y de Yugoslavia. De pronto comenzaron a ser noticia pequeñas repúblicas hasta entonces desconocidas para nosotros, y los nombres de sus capitales y de sus habitantes.


Con la Guerra del Golfo hubo que revisar también la toponimias y revisar los nombres de los países implicados y de las ciudades que sufrieron sus consecuencias. La gran cantidad de noticias relativas a esa guerra hizo necesario llegar a un acuerdo sobre las normas de transcripción del árabe, topónimos, gentilicios y nombres de personas de esa zona del mundo, con el fin de evitar la diversificación en las grafías, y buscar una transcripción fácil y adaptada a la fonética española.


Al estallar la guerra en Yugoslavia surgió el caso de Kosovo: no sabemos si ese nombre debe escribirse con tilde -Kósovo- o sin ella -Kosovo-, y lo mismo nos pasa con su capital: Prístina o Pristina. Lo más curioso es que en español y en otras lenguas hemos llamado kosovares a los habitantes de aquella región; quizás en otras lenguas eso no sea tan raro, pero en español son escasos los gentilicios terminados en ar, y lo más lógico habría sido llamarlos kosoveses o kosovenses, sin embargo, por alguna razón (quizás la culpa la tengan los medios de comunicación) no fue así.


Pero los problemas con los gentilicios no provienen siempre de países o ciudades lejanos y exóticos. Un o de los que aparecen con más frecuencia erróneamente usado, es el de los Estados Unidos de América, cuyos habitantes no deben ser llamados americanos, sino estadounidenses o norteamericanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario