martes, 19 de septiembre de 2017

Topónimos olvidados.

Ya estamos más habituados a que cuando un tigre de Bengala y un gato de Angora toman vino de Madera en el bar de un patán, los medios de comunicación nos lo digan así: un tigre de Bangladesh y un gato de Ankara tomaron vino de Madeira en el bar de un pastún.


Buscando en las hemerotecas podemos encontrarnos con la noticia de la reunión que celebraron el presidente del Gobierno español y el primer ministro portugués en la isla de Madeira. También leeremos sobre la violenta reacción de los musulmanes de Bangladesh ante la destrucción de una mezquita en la India. Y sobre las declaraciones que hacen los políticos turcos en Ankara sobre la deseada entrada de su país en la Unión Europea. Al informarnos sobre la guerra de los Estados Unidos contra el régimen talibán en Afganistán, los medios de comunicación hacían constantes referencias a los pastunes. En las referencias de Libia y el embargo aéreo a que estuvo sometida, siempre salía a relucir el aeropuerto tunecino de la Isla de Yerba (a veces escrito Jerba o Djerba) que es el más cercano a Trípoli. De ese mismo país, Libia, se habló mucho cuando los aviones estadounidenses sobrevolaron el golfo de Sirte y violaron el espacio aéreo libio. En Marraquesh se celebró un congreso sobre Al Ándalus al que asistieron estudiosos europeos y marroquíes. Es muy probable que si en las noticias comentadas en el párrafo anterior los redactores hubieran optado por usar los nombres (tradicionales) españoles de esos topónimos o gentilicios, muchos lectores no hubiesen entendido bien de dónde se trataba. Veamos, la reunión de los gobernantes español y portugués fue en la isla de Madeira; los musulmanes se manifiestan en Bengala; los políticos turcos tienen su sede en Angora; la mayoría de los habitantes de Afganistán son patanes y hablan en patán; el aeropuerto tunecino más cercano a Libia es el de la isla de Gelves, y los norteamericanos sobrevolaron el golfo de Sidra, y la ciudad donde se ha celebrado el congreso sobre Al Ándalus es Marruecos. 


Ciertamente debe de haber muy pocos hispanohablantes que aún llamen Madera a lo que en portugués se llama Madeira, aunque en las enciclopedias españolas aparezca con el nombre español y en algunas recetas de cocina aparezca como ingrediente el vino de Madera. Además, a nadie le extraña llamar Bangladesh a un país que antes se llamaba Pakistán Oriental, pero que en español siempre se llamó Bengala, y de ahí el tigre de Bengala y los tres lanceros bengalíes. Tampoco piensa nadie en que los gatos de Angora deben su nombre a lo que ahora nos empeñamos en llamar por su nombre turco, Ankara.


Llamar patanes a la mayoría de los afganos puede parecer políticamente incorrectos a quienes desconocen el nombre de esa etnia en español. Puede ser que el caso del golfo de Sidra aún pueda salvarse ya que en algunos medios de comunicación llaman así, en español, a Sirte. Y en cuanto al nombre de Marruecos, en español llamamos de esa forma a este país dándole el nombre de la que fue una de sus capitales. Así el imperio de Marruecos tenía su capital en la ciudad de Marruecos, a la que desde hace ya bastante tiempo (más o menos desde la década de 1930) nos hemos acostumbrado a llamar por su nombre en árabe adaptado a la fonética francesa: Marraquech.


Árabes, musulmanes, islámicos e islamistas
No debemos meter en el concepto de países árabes a Irán, Afganistán ni Turquía, cuando estos últimos lo único que tienen en común con los anteriores es su religión. Es erróneo afirmar cosas del tipo: la Unión Europea fomentará la cooperación con Irán y el resto del mundo árabe.


Árabe es el nombre de una lengua y de una cultura. Por eso llamamos mundo árabe al conjunto de países que comparten esa lengua u esa cultura, que se extiende desde Irak hasta Mauritania. Existe además la Liga Árabe, formada por Arabia Saudí, Argelia Bahréin, Catar, las Comoras, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Irak, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos, Mauritania, Omán, Palestina, Siria, Somalia, Sudán, Túnez, Yemen y Yibuti.


En Irán (antes Persia) no se habla árabe sino farsi o persa; en Afganistán la lengua mayoritaria es el pastún o patán, y la lengua de Turquía es el turco; y si bien el persa y el pastún forman parte de la misma familia lingüística (ambas son indoeuropeas), el turco (lengua uraloaltaica) no tiene ninguna relación con ellas, y tampoco existe relación entre estas tres y el árabe (lengua semítica). Lo único en común entre el persa, el pastún y el árabe es el alfabeto, que también se usó para el turco hasta principios del siglo XX.


La mayoría de los habitantes del mundo árabe, de Irán, de Afganistán y de Turquía son musulmanes, como también lo son la mayoría de los indonesios, casi todos los paquistaníes, millones de chinos y de indios, cientos de miles de yugoslavos (ahora croatas, serbios o montenegrinos), la mayoría de los albaneses, etc.

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