viernes, 1 de septiembre de 2017

Palabras castigadas.

Cocreta. Un dato sorprendente para abrir boca: la palabra almóndiga está en el diccionario académico desde 1876 y ahí se ha mantenido durante todas las ediciones posteriores. Así que quienes se llevan las manos a la cabeza mientras exclaman que los académicos han metido a las almóndigas en el diccionario están mal informados, pues no son los actuales miembros de esa corporación los culpables, sino sus predecesores de hace unas cuantas generaciones. Y no sólo está almóndiga, como sinónimo de albóndiga, sino también sus hermanas almondiguilla y almondeguilla, si bien de estas dos se afirma: voces corrompidas de albondiguilla, que es como debe decirse.

Ante esa realidad, algunos hablantes, usuarios de los diccionarios, nos planteamos por qué no está también registrada la palabra cocreta como variante popular de croqueta. ¿Qué derecho tiene la almóndiga que no tenga la cocreta? Es más: si nos ponemos a revisar los carteles y las pizarras de los bares y cafeterías, encontraremos mucha más documentación escrita de cocreta que de almóndiga, y sin embargo, a pesar de su asentamiento en el español, los lexicógrafos han decidido castigarla.

Preveer. ¿Y acaso no hay mucha, muchísima, gente que utiliza el verbo preveer? De él tenemos enormes cantidades de documentación escrita y oral; es un verbo vivo, muy usado en español, por hablantes no analfabetos, y sin embargo está castigado a permanecer fuera del diccionario y a ser considerado como vulgar y erróneo.

Del latín videre surgió la forma -ya casi desaparecida-. ver, que sí tiene su lugar en los diccionarios de español, sí bien calificado como desusado, con el mismo significado que ver; también está el sustantivo veedor, claramente relacionado con ver.

No hay ninguna explicación convincente para justificar la discriminación que sufre preveer, cuando un hermano suyo -proveer- sí está considerado como válido, y de él se dice que viene del latín providere. Bueno, pues resulta que en latín también existía el verbo praevidere, del cual surgieron, de forma natueral, el castigado preveer y el mimado -por los lexicógrafos- prever.

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